Mi
padre solía decir:
“La
gente superior no hace largas visitas,
hay
que enseñarles la tumba de Longfellow
o
las flores de vidrio de Harvard.
Seguros
de ellos mismos como el gato—
que
pone en privado su presa,
la
cola floja del ratón colgada
de
su boca—
como
un cordón de zapato—
Algunas
veces gozan de soledad,
y
pueden privarse de las palabras
por
palabras que los han deleitado.
El
sentimiento profundo siempre se muestra en silencio;
no
en silencio, sino represión”.
Ni
fue insincero al decir: “Hagan de mi casa su posada”.
Posadas
no son residencias.
en Poemas completos, 1967
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