jueves, junio 27, 2013

“Nuestra ciencia paradigmática”, de Adán Méndez









Luego de varios años de ignorancia cosmológica
no muchos
pero se hicieron largos
hoy día estamos más o menos como al principio
el universo es un huevo
hay principio y hay fin
todo va a desaparecer
(peor que antes, como abajo detallaremos
porque no hay siquiera un par de tortugas que sostenga el huevo)

El meollo del asunto es la partícula subatómica
a la que no veo que lleguemos a imaginarnos
esa no es la idea del colegio
nos imaginamos algo muy chico
pero algo chico es un ratón
un pájaro, un cerro chico
un piojo por último
algo chico es algo que se compara con algo
una partícula subatómica no tiene comparación
ese pedazo de nada lo trastorna todo

Porque hasta el átomo el Renacimiento era posible
la Ilustración
el Socialismo era posible
la democracia de libre mercado era posible
el socialismo de libre mercado era posible
el amor a la sabiduría era posible
y también era posible estar loco
con la partícula subatómica es distinto
los más inteligentes se hicieron católicos de nuevo
pero en general a la mayoría les quedó la zorra
el universo prácticamente se creó ex-nihilo
ni siquiera era una partícula
y de repente dicen que explotó
(y ‘de repente’ está mal dicho, porque tiempo tampoco había)
así no más, de repente dicen
y que hasta se escucha todavía
que lo tienen grabado y todo
una tremenda explosión
¿de qué? de algo que ni siquiera era una partícula
y ahí están los planetas y soles
las tremendas distancias entre unos y otros
el agua que es hielo, nieve y nube
(cuando no escarcha, o granizo, garuga, etc)
ahí está la flor que deja su néctar al insecto
y de contrabando le llena las patas de polen
ahí la micro que dobla la esquina y atropella un cabro chico

Todo ex-nihilo
hasta el tiempo y el espacio mismos
(idea contra la cual Newton luchó toda su vida)

Y la teoría dice que después de la expansión
el universo se aprieta de nuevo
y ni el tiempo queda
o sea que volvemos a la teoría de la creación y el juicio final
pero sin edén, sin árbol, culebra ni manzana
sin caída, sin un cristo que nos salve
sin ángeles con trompetas ni muertos levantándose por todas partes
ni las estrellas cayendo como nieve
y deshaciéndose poco antes de llegar a tierra
según un sueño que tuve hace varios años
(otra vez soñé que llovían neumáticos)

Y también sin que ni remotamente un solo ser viviente
pueda presenciar el fin del universo
con lo importante que éste ha sido
para la religión, la poesía, la ciencia
y la filosofía de todos los tiempos

Esta idea tan estilizada
al igual que su dramática versión antigua
impregna de irrealidad cuanto pongamos a tiro de los sentidos
díganme que no
Yo siento que nos deja un vacío caballo
incluso cuando parecemos más lejos de su aniquiladora influencia:
borrachos pasados mirando un techo sin saber de qué casa
o en medio de un partido importante
o en medio de un acto sexual nos arrebata
(A mí por ejemplo casi siempre que veo la lagartija
casi siempre que corre, se detiene
levanta entrecortadamente la cabeza, y sigue corriendo)

Tantas cosas que hay y que vinieron de una que ni siquiera era cosa
qué seremos en este universo que más parece una chispa
frutos del encuentro casual de un espermio y un óvulo
en una trompa de falopio
parecemos chiste surrealista
sólo para morir hemos nacido
sin el consuelo de dejar rastro en el mundo
porque no habrá mundo en que dejarlo

Porque antes uno podía abrir los ojos y decir
nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir
y esto era penoso claro, pero edificante
una ducha helada espiritual
Y aún antes, como sugería más arriba
uno podía preguntar por lo que sostenía el universo
“dos tortugas” te decían
y quedaba tranquilo uno
porque las tortugas son animales muy pacíficos
Pero ahora no sólo no caben las tortugas
sino que en el fondo en el fondo no hay vidas
no hay ríos, no hay mar
ahora en el fondo no hay quién escriba este poema
ni tampoco quién lo lea
A lo mejor del oriente venga una respuesta, no sé
En todo caso, dicen los superficiales eternos
no hay que preocuparse todavía
porque recién nos estamos expandiendo




en Antología precipitada, 1992

















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