Considero
Dogville como un film de fusiones. Desgraciadamente, la fusión es una
noción bastante triste, pero no encuentro nada mejor. ¿Conoce usted el
jazz-fusión? Es horrible, es una mezcla de estilos diferentes que imponen un
ritmo uniforme. Como en la cocina, que cuando se habla de fusión es una mezcla
de platos diferentes. A falta de algo mejor, me gustaría describir Dogville como un film-fusión. Hay una
interrogación que expresa una mirada muy reaccionaria sobre el arte: ¿Qué es el
arte? Seguida de la afirmación: Eso no es arte. Son modos de clasificar, de
establecer una delimitación. Del mismo modo se ha intentado acotar y confinar
al cine, y asimismo también a la literatura. Pero no se trata de teatro
filmado. Dogville vive su propia
vida, designa sus propios criterios de valoración, muy personales, un género
que a partir de ahora podría denominarse cine-fusión. Es importante porque aquí
uno no se pregunta lo que es cinematográfico y lo que no lo es. Porque hemos
llegado a una fase en la que todo es posible. Se ha depurado lo que es fílmico
hasta un grado tal que este tipo de distinción ha dejado de ser interesante. Y
he aquí una pequeña reflexión filosófica sobre el cine. ¡A partir de ahora todo
el mundo pasará del cine convencional para entregarse al cine-fusión! Este será
el único cine del futuro. Y por eso está bien encontrarle un nombre... (risas)
No, bromas aparte, este es el camino que he querido explorar en Dogville.
En esta ocasión no ha
redactado un nuevo manifiesto antes del rodaje...
No, es algo que acabo de plantear para mí mismo ahora,
justo después del final del rodaje. Es esencial que los elementos tomados del
teatro y de la literatura no se mezclen sólo con los medios de expresión
cinematográficos. El todo debe funcionar como una fusión sólida. No se trata de
añadir pimientos exóticos en un plato danés para realzarlo. Hay que producir
una aleación armoniosa.
Algunos rasgos de Dogville recuerdan a la literatura
anglosajona clásica, de Fielding a Dickens, como la voz del narrador
omnisciente o la división en capítulos.
Sí, pero cuando escribí el guión, el libro que yo tenía
en mente era Winnie Pooh, el osito. Al comienzo de un capítulo puede leerse:
"Winnie y Porcine salen de caza y casi atrapan una mofeta". Preludios
así cosquillean la imaginación. Una de mis películas preferidas es Barry Lyndon,
que también está dividida en capítulos, pero no recuerdo si hay alusión alguna
a la continuidad de los mismos. El guión de Dogville
está fraccionado en escenas como indicación preliminar: "La escena en la
que va a suceder tal cosa o tal otra"... Me gusta la palabra escena,
porque es equívoca, a la vez teatral y cinematográfica... Pero más tarde
terminamos por llamar capítulos a estas escenas, en parte por las connotaciones
literarias del término. Esta técnica narrativa ocasiona algunos ardides
dramáticos. Por ejemplo, se crean expectativas en el espectador para
decepcionarlo a continuación. Las palabras de introducción ayudan a crear este
arco que hay que tensar para que aparezca una experiencia cinematográfica.
Si establecemos un
paralelismo con el teatro, Dogville
recuerda mucho a Brecht y a su teatro épico como La Buena Persona de Sezuan o Madre
Coraje y sus hijos.
Claro, la película está inspirada en Brecht. Diría más
bien que se trata de una inspiración de segunda mano. Mi madre adoraba a
Brecht. Ella se marchó de la casa de sus padres cuando su padre le rompió un
disco de Kurt Weill. No tenía más que 16 años pero Weill era su gran pasión
musical. No pudo aceptar el acto de su padre; Brecht fue una especie de maestro
en casa durante mi infancia, mientras que la generación a la que pertenezco
consideró a Weill como un genio algo pasado de moda. Es una cuestión de gustos
y ya se sabe que los gustos cambian constantemente. Es cierto, Dogville está inspirado en Brecht. La
canción de "Jenny la de los piratas" en La Opera de Cuatro Cuartos fue en efecto el punto de partida. La
entendí fundamentalmente en una nueva composición: el cantante pop y compositor
danés Sebastián escribió hace algunos años una nueva música para las canciones
de La Opera de Cuatro Cuartos,
todavía en la línea de Weill, con mucho más brillo. La solía escuchar a menudo
y el terrible motivo de venganza de la canción me sedujo: "Ellos me
preguntaban que cabezas rodarían y el silencio envolvía el puerto cuando
respondí: todas".
El primer texto del
film anuncia que "esto es una película", y al final el narrador
informa que "así termina la película" y no "así termina la
historia". ¿A qué se debe este efecto de distanciamiento?
Es algo que hago a propósito, no sé por qué. Es quizás
el resultado de una influencia brechtiana. Me enfrenté al teatro de Brecht
cuando era bastante joven y después ya no volví a tener contacto con él y su
obra. Perviven en mi memoria, más bien una cierta atmósfera.
Más allá de la canción
de "Jenny la de los piratas, ¿podría contar cómo tuvo la idea de la que
surgió Dogville?
Creo que la idea me vino un día en un coche con Jens
Albinus, el actor que interpretaba el papel principal en Los Idiotas. Escuchábamos esta canción y le dije que podría hacer
una película sobre la venganza. Lo más interesante sería inventar una historia
que por su construcción mostrase todo aquello que lleva hasta la venganza
misma. Además, me dije que sólo iba a hacer películas que se desarrollasen en
los Estados Unidos, quizás porque al salir de Bailar en la oscuridad se me reprochó el hecho de haber realizado
un film sobre un país que nunca había visitado. Me cuesta comprender esta
crítica y pienso de todos modos que la verdadera motivación de esta cábala se
encuentra más bien en la carga del film contra el sistema judicial americano.
Me atrevo a pretender que conozco mejor América a través de las imágenes que
ella misma; cuestionando el conocimiento que los propios americanos tenían de
Marruecos cuando rodaron Casablanca. Ellos tampoco fueron nunca a Casablanca.
Humphrey Bogart nunca puso los pies en esta ciudad. Hoy es difícil no tener
información sobre América: el noventa por ciento de las noticias y de los
estrenos cinematográficos viene de allí. Pensé que quizás podría interesar a
los americanos ver la mirada de un extranjero que nunca ha visitado su país.
Kafka escribió una novela muy interesante llamada América y él tampoco fue nunca a los Estados Unidos. A partir de
ahora sólo haré películas que se desarrollen en los Estados Unidos. Al menos
por ahora. Además, Dogville se sitúa
en las Montañas Rocosas, un paisaje que para mí siempre ha simbolizado a los
Estados Unidos, un paisaje imponente, sembrado de profundos barrancos.
¿La forma de Dogville surgió en el mismo momento en
que surgió la historia?
No, escribiendo el guión la imaginaba como una película
convencional, pero me pareció aburrida. Luego, un día, fui a pescar a Suecia, y
de repente tuve la idea de que se podría ver todo Dogville como encima de un mapa. La historia entera se
desarrollaría sobre un mapa de geografía. Me fascina la coacción que puede
ejercer la unidad de lugar. La dirección de Trevor Nunn de Nicholas Nickleby de
Dickens con la Royal Shakespeare Company, una de mis grandes experiencias
televisivas, también fue una fuente de inspiración. Era como si los actores
tuviesen permiso para improvisar el texto, fue una representación grandiosa, en
los años ochenta, si mal no recuerdo. ¡Todo el mundo la vio! Y todavía persiste
hoy. En esta representación se tenía la impresión de que todo se desarrollaba
en una escena de teatro. Nunn mostraba de cuando en cuando imágenes del
público, y utilizaban, igualmente, otros efectos de distanciamiento: los
actores se situaban en el papel del narrador, o bien desplazaban abiertamente
los decorados y los accesorios. También ahí observo la influencia de un clásico
del teatro americano, una obra que casi todos los alumnos americanos han visto
ya o verán, Our Town, de Thornton
Wilder. Ensayamos una cantidad considerable de veces antes de comenzar con el
rodaje de Dogville. Tras los ensayos
decidí que no era necesario dar la impresión de que rodábamos sobre un
escenario teatral. Por ello, el trabajo sobre el sonido va en el sentido del
realismo cinematográfico: se escucha el crepitar de la grava bajo los pasos,
por ejemplo, incluso si no la hay (visible) en el suelo del estudio. La
interpretación de los actores no tiene nada que ver tampoco con el teatro.
Mezclando planos de conjunto
donde pueden verse a todos los actores en escena y primerísimos planos de Grace
(Nicole Kidman) y de otros actores principales, se produce un suspense muy sugestivo.
Deseaba que los actores adoptasen una interpretación
completamente realista incluso si el decorado y los arreglos exteriores están
lejos de serlo. Son como los dibujos de los niños. Cuando a un niño pequeño se
le dan unos lápices de colores y se le pide que dibuje una casa, crea una casa
con unos trazos muy simples. Nuestro decorado funciona del mismo modo, creamos
una convención con el público que hace que éste acepte las condiciones. Si esa
convención está suficientemente clara, creo que no existen límites a lo que
puede realizarse, no tengo ninguna duda al respecto. Hoy puede hacerse casi
todo en el cine; con ayuda de un ordenador, puedo introducir una manada de
elefantes en una escena o crear un corrimiento de tierra. Pero esto no me
divierte. Prefiero pintar la silueta de un perro sobre el suelo del estudio
para marcar que hay un perro o colocar una caja de cerveza para señalar que ahí
hay un bar.
En Dogville, la acción está en gran parte
guiada por la voz de un narrador, un poco en la línea de la vieja tradición de
la novela inglesa. ¿Fue así desde el principio?
Sí, estuvo ahí desde el comienzo. Como siempre, escribí
el guión muy rápido. Es un guión considerable de casi ciento cincuenta páginas,
pero cuando se me ocurre una idea y comienzo a escribirla, las palabras se
atropellan por entrar en el texto y el proceso de escritura es un asunto que se
soluciona rápido. No he leído mucha literatura clásica inglesa, pero sí he
leído a Woodehouse, por poner un ejemplo, y su estilo malicioso me inspiró
mucho. Tras una proyección, el artista Per Kirkeby (con el que trabajé en Rompiendo las Olas) comparaba la
película con la adaptación cinematográfica de Grandes Esperanzas de Dickens por David Lean. La vi. Este film está
dotado también de un comentario narrativo un poco burlón que subraya el
carácter curioso del comportamiento de los personajes. El rodaje fue
extremadamente agotador. Dogville se
rodó en apenas seis semanas, lo cual es rápido, demasiado rápido. Hubiera
podido dedicarle más tiempo pero justo antes de comenzar, declaré de un modo
presuntuoso que la iba a hacer en un abrir y cerrar de ojos. Fue un trabajo muy
duro; me paseaba durante jornadas completas con esta puta cámara a mis
espaldas. Sé que a determinados espectadores les molesta este estilo de
dirección, siempre en movimiento. Sólo puedo defender esta técnica de un modo:
pienso que es el mejor modo de filmar mis películas.
¿Por qué?
Realmente no lo sé. O quizás sí; creo que tengo un
mejor contacto con los actores si me encuentro detrás de la cámara. Puedo
comunicarme con ellos mejor que si me encuentro junto a Anthony Dod Mantle, mi
cámara, cuando es él quien dirige la misma (lo que ha sucedido en alguna
ocasión).
¿Qué opinan de todo
esto las estrellas de Hollywood con las que ha adornado su película? No están
habituadas a ello…
No sé, habrán tenido todo tipo de pensamientos sobre mi
modo de trabajar, pero creo que han estado bastante contentos a pesar de todo.
De cualquier modo, sé que Nicole (Kidman) comprendió completamente de qué se trataba
este asunto. Le pedí cosas de una gran exigencia y las llevó a cabo de un modo
muy sencillo; debió comprender que trabajar así tenía un sentido.
¿Cuándo pensó en ella
para este proyecto?
Desde un principio. Escribí el guión con la idea de que
tendría el papel principal femenino. La había visto en Horizontes Lejanos de Ron Howard, que ciertamente no es una buena
película, y había leído en una entrevista que le gustaría trabajar conmigo.
Entonces me dije: "Okey, escribo una película para ella". Hasta la
fecha no nos habíamos encontrado nunca. Ignoraba que fuese tan grande. ¡Es
magnífica!
¿No la había visto en Eyes Wide Shut de Kubrick?
No creo. Vi Eyes
Wide Shut bastante tarde. Creo que ya había terminado de escribir mi guión.
Está fabulosa en esta película. Tuvimos que esperarla un tiempo, estaba ocupada
con otros rodajes cuando comenzamos la producción, así que retrasamos el
comienzo del rodaje por ella. Esto siempre ocasiona problemas, cuando se
escribe una historia pensando en una actriz que no está disponible. Pero
esperamos a Nicole y estoy muy contento de haberlo hecho.
¿Y el resto de los
actores? ¿Fueron todos ellos elegidos por usted o le fueron propuestos por su
director de casting?
Depende. Ya conocía a alguno de ellos antes, como a
Stellan Skarsgard (Rompiendo las Olas).
Y durante mucho tiempo soñé con trabajar con un actor como Ben Gazzara, o con
Philip Baker Hall, al que había visto en Magnolia
entre otras. Algunos se pusieron en contacto con nosotros expresando su
deseo de participar en el film, como Jeremy Davies y Chlöe Sevigny. Es
divertido porque están los dos muy bien, tuvimos suerte. ¡Pero es como una
multitud para controlar! ¡Dios mío, no puede ni imaginárselo! ¡Veinte veces más
difícil que una clase de párvulos!
Usted rodó Dogville en
continuidad. ¿Cuáles fueron las ventajas?
Le cuento en primer lugar los inconvenientes, son más
evidentes. En general, necesito tiempo para entrar en una nueva película,
encontrar su forma y estilo. Cuando las escenas se ruedan sin pensar en la
continuidad, uno se da menos cuenta de posibles defectos o descensos de nivel.
Pero aquí las debilidades son más visibles. Me parece que, por poner un
ejemplo, al comienzo del film la prestación de los actores es más débil pero la
intensidad de la interpretación se incrementa conforme avanza el film. También
depende del relato, está claro, que poco a poco deviene más dramático y tenso.
La interpretación mejora cuando los actores llegan a relajarse, y yo no tuve la
capacidad de crear la calma y el entendimiento necesario al comienzo del rodaje.
Pero soy endiabladamente ambicioso, quería que la película se desarrollase
sobre un suelo pintado de negro, prácticamente sin decorados y que contuviese
un gran número de estrellas de Hollywood. Y además que fuese rodada en un
tiempo mínimo. La película se rodó en seis semanas y fue una auténtica locura.
Las ventajas del rodaje en continuidad son también evidentes; permite a los
actores seguir el carácter de su personaje y verlo evolucionar al compás del
relato, no saltar hacia delante y hacia atrás en su interpretación. Pero
hubiesen sido necesarias doce semanas de rodaje. Perdimos varios días cuando
Katrin Cartlidge tuvo que abandonar el rodaje. Tuve que volver a retomar todas
sus escenas con Patricia Clarkson. Y ahora Katrin está muerta, la echo muchísimo
de menos.
Al comienzo de Dogville, el narrador dice del papel
principal masculino, Tom: "Aunque no lograba abrirse camino detonando el
peñasco, Tom excavaba un túnel en algo que todavía le podía resultar más duro,
es decir, en el alma humana, ahí donde todavía brilla". ¿Es esto lo que
usted quiere contar?
(Risas) Digamos que Tom es una especie de autorretrato.
El autor danés Klaus Rifbjerg dijo una vez: "Me tomo a mí mismo y me
despedazo en trocitos, y ahí tengo a los personajes de mi relato". Esto
también podría aplicarse a mí, o en todo caso en lo referente a Grace y Tom.
Puedo argumentar por ellos dos. Durante mi infancia, había juegos en los que
era necesario adoptar y defender una u otra postura. Era un juego divertido. Lo
más divertido era defender la opinión contraria de la que uno pensaba
realmente, una opinión desplazada y falsa. Por este motivo me gustó mucho
escribir el discurso sobre la carencia de humanismo sostenido por el padre de
Grace (James Caan) al final del film. Quise convencerme de lo contrario de mi
opinión. ¡Fue muy divertido! Estoy muy satisfecho de las réplicas del final,
entre Grace y su padre; Él dice que los hombres son como perros y ella responde
que los perros no eligen su naturaleza y es necesario perdonarles. Y el padre
le contesta: "A un perro se le pueden enseñar muchas cosas buenas, pero si
se le excusa una y otra vez, sigue su instinto".
Tom es una extraña
mezcla de idealismo y de cálculo.
Es un cínico, ¡pero yo también lo soy! Mi ópera prima,
el cortometraje El Jardinero de las
Orquídeas, comienza con un texto que dice que la película está dedicada a
una chica, muerta de leucemia, con su fecha de nacimiento y su muerte. ¡Es pura
invención! Simple y llanamente mentira. Una manipulación, cinismo. Me dije que
si la película comenzaba de este modo, el espectador la tomaría más en serio,
claro, porque todos respetamos la enfermedad y la muerte.
La palabra
"arrogancia", utilizada con acentos y sentidos diferentes, vuelve una
y otra vez sobre el diálogo y en el texto del narrador.
Es cierto, y quizás ha sido repetido demasiadas veces.
La gente en Dogville que la explota
durante mucho tiempo, se convierte en seres cada vez más exigentes y crueles,
pero aún así tuve problemas para explicar el cambio que se produce en Grace al
final.
Sí, todo el tiempo se
comporta como las heroínas trágicas de su trilogía "corazón de oro", Rompiendo las Olas, Los Idiotas y Bailar en la
Oscuridad.
Sí, Grace se comporta como una persona de buen corazón,
pero ella no es, -y no debería ser- un "corazón de oro". Debe poseer
otra virtud. Intenté dos o tres trucos pero no sé si lo he logrado. Ahí hace su
entrada la noción de arrogancia, en su rechazo a debatir, a analizar. Me alegré
cuando decidí que el padre la acusaría de arrogancia. Ella no puede entenderlo
y le pregunta cómo puede pretender eso. Él le responde que ella es una
moralista tan irreprochable que nadie puede rivalizar con ella en rectitud. Se
cree superior al resto de los lugareños, que no distinguen entre el bien y el
mal.
Una conversación
similar, en la que la arrogancia es una palabra clave, pero con otra
conclusión, es intercambiada entre Grace y Tom con anterioridad.
En efecto, escribir un guión es algo muy sencillo. Se
construye una historia y a continuación se introduce en ella un debate
alrededor de la problemática principal del relato en tres lugares bien
elegidos, y el debate se modifica de un modo adecuado. Se hace de un modo
mecánico, pero funciona bien cuando se ha conseguido saber cómo manejar esa
mecánica.
En su "trilogía
corazón de oro", hay mujeres que se sacrifican por un hombre, una idea,
una misión. En Dogville, la
perspectiva es diferente. Es cierto que Grace está dispuesta a sacrificarse,
pero su respuesta será violenta. ¿Se ha cansado ya de mártires?
Sí, he querido hacer una película sobre la venganza, y
la venganza femenina es más divertida de tratar que la masculina. Jenny, la de
los piratas, también es una mujer que se venga. Es algo extraño, pero creo que
las mujeres interpretan y expresan mejor esta parte de mí mismo, puede ser.
Encuentro más fácilmente una excusa para mí mismo o mis pensamientos cuando la
expreso a través de una mujer. Cuando lo expreso a través de un hombre, lo
primero que se ve es brutalidad y crueldad.
Sigamos hablando de cinismo...
¿Hacer una película en inglés le asegura un público más amplio que si la
hubiese realizado en danés?
Mis últimas películas se desarrollan en los Estados
Unidos, es normal que su diálogo sea en inglés. Y dado que se desarrollan allí
me gustaría que el público americano las viera. Pero en Dogville, y esto es importante, he querido que la voz del narrador
fuese grabada por un actor inglés, no quiero esconder que los Estados Unidos
han sido descritos por un observador exterior.
¿Tiene la intención de
hacer una continuación de Dogville?
Voy a hacerlo. Mi problema es que de cada nueva
película quiero hacer una experiencia formal. Ahora quiero hacer de esta
experiencia una trilogía, pero hacer tres films de tres horas del mismo estilo
se convertiría en algo monumental. No hace mucho tiempo, escribí un guión
llamado Dear Wendy, pero se lo pasé a
Thomas Vinterberg, porque es un relato que hay que contarlo en un estilo
naturalista. El proyecto simplemente me cansó. Este nuevo mundo que he creado
con Dogville me inspira tanto que me
gustaría continuar viviendo allí un poco más, es tierra virgen; allí hay un
potencial que quiero seguir explorando. Está claro que hay problemas al hacer
tres películas del mismo modo, en la misma línea, pero tengo la intención de hacer
evolucionar la historia de Grace. He escrito la continuación, llamada Manderlay
y que se ambienta en los Estados del Sur, y para la última parte he pensado en
una ciudad como Washington. La trilogía será el retrato de una mujer y su
proceso de madurez. Nicole está interesada en retomar su papel; puede ser que
cambie de opinión en cuanto lea el próximo guión, pero no creo. Sería divertido
hacer tres películas que se continúan directamente. La parte siguiente comienza
dos días después del final de Dogville.
Las tres películas se sitúan durante la Gran Depresión Americana, en los años
treinta. Me gustan las historias largas, es como leer un buen libro. Uno lo
ojea un poco hacia delante y un poco hacia el final, para ver por donde va y si
todavía quedan páginas y páginas por leer.
en Cahiers du Cinéma, mayo 2003
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