La senda junto al mar anduve
que hacía la ciclista cada día
Hallé las frutas que llevaba su canasto
y el anillo caído de su mano
Hallé la campanita y su chamanto
las ruedas el manubrio y el pedal
Hallé su cinturón y en una orilla
una piedra translúcida parecida a una lágrima
Una a una guardé todas las cosas
y dónde ha de estar la ciclista me decía
La vi pasar arriba de las olas
al otro día encima de las tumbas
Perdí sus huellas la tercera noche
en los cielos prendiéronse sus lámparas.
Traducción de Miguel Castillo Didier
Arte: Juan Carlos Villavicencio
2 comentarios:
Hace muchos años leí este poema en esta misma traducción. Qué belleza para describir un suceso tan triste como la muerte. Sutil y decidor a la vez, poesía de la que hay poca.
Qué bueno que te haya gustado tanto.
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