miércoles, mayo 04, 2011

"Respuesta a los medios de comunicación: La muerte de Osama Bin Laden", de Peter Joseph

Traducción de Juan Carlos Villavicencio






El 01 de mayo 2011 el Presidente Barack Obama apareció en la televisión nacional con el espontáneo anuncio que Osama Bin Laden, el supuesto organizador de los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, fue asesinado por fuerzas militares en Pakistán.

En momentos, un bombardeo de los medios de comunicación corrió a través de prácticamente todas las cadenas de televisión en lo que sólo podría describirse como un despliegue de celebración grotesca, reflejando un nivel de inmadurez emocional que bordea la psicosis cultural. Descripciones de gente corriendo por las calles de Nueva York y Washington cantando patrioteros slogans de [Estados Unidos de] América, agitando sus banderas como miembros de algún culto, alabando la muerte de otro ser humano, revela sin embargo otra capa de esta enfermedad que llamamos sociedad moderna.

No es el objetivo de esta respuesta hacer frente a la utilización política de este tipo de evento o esclarecer la orquestación escénica de cómo la percepción pública es controlada por los medios de comunicación y el Gobierno de los Estados Unidos. Más bien el punto de este artículo es expresar la bruta irracionalidad acontecida y cómo nuestra cultura llega a ser tan fácilmente preparada y cargada de emociones con respecto a simbologías superficiales, en lugar de verdaderos problemas de raíz, soluciones o consideraciones racionales de las circunstancias.

El primero y más obvio de los puntos, es que la muerte de Osama Bin Laden no significa nada cuando se trata del problema del terrorismo internacional. Su muerte sirve simplemente de catarsis para una cultura que tiene una fijación neurótica en la venganza y la retribución. El mero hecho de que el Gobierno que, desde un punto de vista psicológico, ha servido siempre como figura paterna para sus ciudadanos, refuerce la idea de que matar gente es una solución a todo, debería ser suficiente para la mayoría de nosotros para tomar una pausa y considerar la calidad de los valores que salen del propio espíritu de los tiempos (Zeitgeist).

Sin embargo, más allá de las distorsiones emocionales y el patrón trágico, vengativo, de seguir recompensando la división entre los humanos y la violencia, hay que alcanzar una reflexión más práctica con respecto a cuál es realmente el problema y la importancia de ese problema con respecto a lo que es prioridad.

La muerte de cualquier ser humano es una consecuencia incalculable en la sociedad. Nunca es sólo la muerte del individuo. Es la muerte de relaciones, compañerismo, apoyo y la integridad de sus entornos familiares y comunitarios. La muerte innecesaria de 3000 personas el 11 de septiembre de 2001 es ni más ni menos importante que las muertes durante las guerras mundiales, o por causa del cáncer u otras enfermedades, accidentes o cualquier otra cosa.

Como sociedad, es seguro decir que buscamos un mundo que estratégicamente limite todas aquellas consecuencias innecesarias, a través de enfoques sociales que permitan la mayor seguridad que nuestro ingenio pueda crear. Es en este contexto que las obsesiones neuróticas con los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 se convierten en un insulto grave y perjudicial para el progreso. Un entorno ha sido creado ahora, en donde escandalosas cantidades de dinero, recursos y energía se gastan en la búsqueda y destrucción de subculturas muy pequeñas de seres humanos que presentan diferencias ideológicas y actúan sobre las diferencias a través de la violencia.

Sin embargo, sólo en Estados Unidos cada año, aproximadamente 30.000 personas mueren a causa de accidentes automovilísticos, la mayoría de los cuales podría ser prevenida por cambios estructurales muy simples. Eso es diez 11s de septiembre cada año... sin embargo, nadie parece interesarle esta epidemia. Asimismo, más de 1 millón de estadounidenses mueren de enfermedades cardíacas y cáncer al año - cuyas causas, en la actualidad, se puede conectar fácilmente, en su mayoría, a influencias ambientales. Sin embargo, independientemente de las más de los 330 11s de septiembre que se producen cada año en este contexto, las asignaciones presupuestarias del gobierno para investigar estas enfermedades es sólo una fracción del dinero gastado en operaciones "antiterroristas".

Tan larga lista podría seguir y seguir y con respecto a la perversión de las prioridades cuando se trata de lo que significa realmente salvar y proteger la vida humana, por lo que espero que muchos por ahí puedan reconocer el severo desequilibrio que tenemos a mano con respecto a nuestros valores.

Así que, volviendo al punto de la venganza y la retribución, concluiré esta respuesta con una cita del Dr. Martin Luther King Jr., probablemente la más brillante e intuitiva mente a la hora de los conflictos y el poder de la no-violencia. El 15 de septiembre de 1963, una iglesia de Birmingham, Alabama, explotó por una bomba, matando a cuatro niñitas que asistían a la escuela dominical.

En un discurso público, el Dr. King dijo:

“¿Qué asesinó a estas cuatro niñas? Miren a su alrededor. Verán que muchas personas que nunca han pensado participaron en este acto de maldad. Así que esta noche todos nosotros debemos salir de aquí con una nueva determinación de lucha. Dios tiene un trabajo para nosotros. Tal vez nuestra misión sea salvar el alma de [Estados Unidos de] América. No podemos salvar el alma de esta nación lanzando ladrillos. No podemos salvar el alma de esta nación consiguiendo nuestras municiones y saliendo a disparar armas de verdad. Debemos saber que tenemos algo mucho más poderoso. Sólo aceptemos la munición del amor.”

Dr. Martin Luther King, 1963










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