
II
No sabe por qué la H antecedió a las letras
que dibujarían el ave.
Nunca vio al halcón ni supo de las tártaras
magias al domesticar el alma del rapaz.
Era un zorzal quien rebajaba la materia
cardíaca con la gubia de su canto.
Con su pluma escribe:
emerge la sangre del nombre
que comparte el amo y su ave.
IV
como el halcón
que no vuelve
el ocaso
piensas
cuánto demora
la tierra encima
de la tierra y se eclipsa
cuánto hay
en ese pozo
José
cuánto guarda
aquello que
no
tiene
nada
XIII
Piensa en aquellos que no se cansan de nombrar
libros, canciones, citas como un candado torpe
-por cierto- de las estulticias del poema.
Una pieza cerrada, una biblioteca, un disco duro.
Progresiones necesarias en el alma verbal:
el arte no está en la práctica, sino en lo inmutable
un poco abochornado por la altura recuerda
cómo el cormorán proyecta el brazo –metáfora de
la historia-
del nocturno pescador en Yunnan
surca el lago Erhai en busca de las carpas
y sólo el eclipse del salino resabio en la garganta del
ave:
el vómito que devuelve el libro, la canción, la cita
a su amo.
2011
1 comentario:
que deliciosos poemas.
Publicar un comentario