Otra famosa anécdota relata esta relación entre suerte y vida. Corrían los años sesenta, Bacon estaba en el sur de Francia, donde jugaba todos los días a la ruleta. Ya se le acababa el dinero cuando el último día ganó 1600 libras, mucho dinero para esa época, con lo que pudo arrendar una Villa que llenó de comida y alcohol para todos sus amigos. A la semana siguiente había dilapidado todo, apenas pudo pagar el ticket en tren de vuelta a Londres. ‘En la ruleta quiero ganar, es lo mismo que me pasa con la pintura: siento que quiero ganar, aunque siempre termine perdiendo’.
en Revista La Panera, septiembre 2010
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