“Santiago dormía al pie de la cordillera sin ninguna conexión con la tierra […] la vida era provinciana, nunca ocurría nada y los presidentes de la república caminaban por la calle sin protección, el tiempo presente era el único tiempo que existía; esta vida tranquila se acabó un día; un viento revolucionario nos lanzó al centro del mundo, yo tuve la suerte de vivir esa aventura noble que nos despertó a todos, esa ilusión quedó grabada para siempre en mi alma”, son palabras de Patricio Guzmán en su más reciente documental "Nostalgia de la luz"; con ellas nos pregunta por el futuro de Chile, el que tantas veces interroga en sus trabajos anteriores “En nombre de Dios” (1987), “El caso Pinochet” (1999-2001) “Salvador Allende” (2004) y, por supuesto, “La Batalla de Chile” (1972-79). Sus documentales son testigos incómodos para un presente que se intenta cerrar en falso no sólo en Chile sino en muchos otros lugares en los que la desmemoria es la coartada de la impunidad.
Patricio Guzmán es un hombre cercano que inspira una tremenda confianza, con el que podrías pasarte horas y horas conversando, aprendiendo. Compromiso político, ética y sentido del humor, forman un maridaje perfecto que impregna su obra y su persona. Se encuentra en Madrid impartiendo un curso sobre documentales y sin que lo supiéramos -ironías de la vida-, el mismo día que grabábamos esta entrevista se producía el golpe de Estado en Ecuador.
Durante el seminario Patricio se refiere a la centralidad que ocupa la memoria en sus trabajos: Cuando yo estuve preso, el oficial que me interrogó me dijo usted "se ha equivocado por completo, yo le voy a enseñar dónde se ha equivocado y escribió en un papel Geografía, Raza, Cultura y Religión"; me dijo, “geografía, porque usted está en un régimen marxista que viene del Asia, no tiene nada que ver con América del Sur; Raza, usted es blanco, ellos son caucásicos, usted no tiene nada que ver; Cultura, usted pertenece a la cultura occidental, y religión, este régimen es ateo y debemos ser católicos”. Ese papel, todavía lo recuerdo porque me enseñó la importancia de denunciar ese fascismo que en mi país se había entronizado, y por lo tanto transformé la memoria en el eje de mi vida, y cuando yo hago una película sobre la memoria es diferente que la de otro que no ha pasado por esa experiencia que no ha estado al borde del fusilamiento ni ha hablado con ese hombre.
Patricio se ha ganado el derecho a contar la historia, a rescatar del olvido los testimonios de las madres, de las esposas, de las mujeres que fueron torturadas y que una sociedad que mira para otro lado trata de silenciar. “Volvió el inicio de la democracia en este país y yo no podía dormir, lloraba todo el tiempo… este país es todavía un país que niega su historia –dice una mujer entrevistada- niega el derecho a la dignidad, eso es lo que más te duele”.
A lo largo del seminario vamos descubriendo su forma de mirar: “el trabajo del documentalista es ordenar el caos de la realidad desde nuestra propia subjetividad” –nos dice-, nos acerca a los directores que le conmueven, Viswanadhan, Depardon, Latour, Fritke… Nos hace sentir su pasión por un género que dice es frágil y tiene el tiempo de la vida. Con una gran amabilidad acepta que le entreviste para Rebelión, ocupando el tiempo de su descanso entre sesión y sesión y pide a la organizadora del evento que nos dejen un rincón silencioso y si nos podrían traer unos cafés solos.
Patricio Guzmán es un hombre cercano que inspira una tremenda confianza, con el que podrías pasarte horas y horas conversando, aprendiendo. Compromiso político, ética y sentido del humor, forman un maridaje perfecto que impregna su obra y su persona. Se encuentra en Madrid impartiendo un curso sobre documentales y sin que lo supiéramos -ironías de la vida-, el mismo día que grabábamos esta entrevista se producía el golpe de Estado en Ecuador.
Durante el seminario Patricio se refiere a la centralidad que ocupa la memoria en sus trabajos: Cuando yo estuve preso, el oficial que me interrogó me dijo usted "se ha equivocado por completo, yo le voy a enseñar dónde se ha equivocado y escribió en un papel Geografía, Raza, Cultura y Religión"; me dijo, “geografía, porque usted está en un régimen marxista que viene del Asia, no tiene nada que ver con América del Sur; Raza, usted es blanco, ellos son caucásicos, usted no tiene nada que ver; Cultura, usted pertenece a la cultura occidental, y religión, este régimen es ateo y debemos ser católicos”. Ese papel, todavía lo recuerdo porque me enseñó la importancia de denunciar ese fascismo que en mi país se había entronizado, y por lo tanto transformé la memoria en el eje de mi vida, y cuando yo hago una película sobre la memoria es diferente que la de otro que no ha pasado por esa experiencia que no ha estado al borde del fusilamiento ni ha hablado con ese hombre.
Patricio se ha ganado el derecho a contar la historia, a rescatar del olvido los testimonios de las madres, de las esposas, de las mujeres que fueron torturadas y que una sociedad que mira para otro lado trata de silenciar. “Volvió el inicio de la democracia en este país y yo no podía dormir, lloraba todo el tiempo… este país es todavía un país que niega su historia –dice una mujer entrevistada- niega el derecho a la dignidad, eso es lo que más te duele”.
A lo largo del seminario vamos descubriendo su forma de mirar: “el trabajo del documentalista es ordenar el caos de la realidad desde nuestra propia subjetividad” –nos dice-, nos acerca a los directores que le conmueven, Viswanadhan, Depardon, Latour, Fritke… Nos hace sentir su pasión por un género que dice es frágil y tiene el tiempo de la vida. Con una gran amabilidad acepta que le entreviste para Rebelión, ocupando el tiempo de su descanso entre sesión y sesión y pide a la organizadora del evento que nos dejen un rincón silencioso y si nos podrían traer unos cafés solos.
Aun siendo uno de los creadores de mayor prestigio en el campo del documental, se encuentra en Madrid impartiendo un curso que no va dirigido a especialistas sino también a amateurs, ¿por qué le interesa hablar a un público no profesional?
Me interesa mucho dar clases porque me gusta la difusión del documental, creo que el documental es un género muy valioso para informar, para contrainformar y para hablar de lo que el cine de ficción no habla. El documental es un derecho del ciudadano. Así como hay alumbrado público, piscinas y aparcamientos… el ciudadano tiene derecho al documental y en España por desgracia no hay mucho documental… Hoy en día con las cámaras digitales muchas personas que no tienen preparación muy profunda pueden hacer un documental muy interesante y por eso el curso está abierto a todo el mundo. Hay muchos talentos documentales que no se atreven a consolidar su vocación porque las cadenas de televisión son una barrera y muchas veces te rechazan sistemáticamente los proyectos, la gente se desanima, se aísla y no sigue adelante. Yo creo que puedes hacer un documental en tu casa, puedes tener una cámara modesta y hacer tu propio documental, por qué no. Yo creo en la autoproducción. No creo en la infalibilidad de los canales de televisión, hay gente que va de experta; hay gente competente por supuesto pero hay muchos que se equivocan y te dicen “no, esta película no la va a ver nadie, esta película no es para nosotros, se adelanta a su tiempo, está atrasada a su tiempo… tenemos diez películas de tipos que incendian la selva amazónica… y no queremos tu película”, la mayor parte de las veces se equivocan. La palabra profesional me infunde muchas sospechas en el campo artístico, aquí lo que vale es el talento, la creatividad y no la profesionalidad, la profesionalidad es obvia, si pintas tienes que aprender a pintar, si compones tienes que saber música, se puede aprender la sintaxis del cine en una año, el problema es el talento.
Dices en la introducción de tu página web que “un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotografías” ¿Cómo es el álbum de fotografías de España comparado con el resto de Europa?
España tiene un interesante y muy valioso movimiento de cine de ficción de todos los tiempos, desde los grandes clásicos con Buñuel a la cabeza hasta hoy. Creo que el cine de ficción español ha conquistado el mundo, me refiero a los técnicos, a los directores, a los actores, a los montadores… pero el cine documental no ha tenido esas figuras. Nos hubiera gustado que Buñuel hiciera diez tierras sin pan para que hubiese esa figura que nos habría ayudado mucho, que hubiese ese patriarca que los holandeses ven en Joris Ivens. No se ha desarrollado el cine documental como debería. Y todo eso a pesar de que España es un país de cine documental por naturaleza porque vive hacia fuera, las ventanas están abiertas, la gente habla, habla con gestos, proyecta la voz, habla bien... la gente tiene talento para hablar, es locuaz... el paisaje español es magnífico… Pero no está dentro de los países documentalistas.
Una de tus obras más conocidas sigue siendo La Batalla de Chile, no sólo es un documento histórico de valor incalculable para entender el Chile contemporáneo. ¿Por qué crees que sigue teniendo tanta actualidad?
Desde el punto de vista formal es una película que le da la palabra al adversario, eso es muy importante. Normalmente el cine militante o el cine de intervención –como lo llaman algunos- se preocupa sólo del punto de vista que interesa al grupo que hace la película. Pero creo que es muy importante darle la palabra al otro, al que está enfrente de ti, al que está luchando contra ti porque de esa manera puedes hacer una película con mayor poder de convicción porque tú ves delante de ti cómo era la derecha chilena y cómo era la izquierda, tú por lo tanto, en tu cabeza ves cual es el rol de cada cual. En cambio el cine militante, el cine de derechos humanos, el cine indigenista suele ser unilateral y con eso no convences a nadie. Desde el punto de vista formal es un factor que hace que la Batalla de Chile dure… Desde otro punto de vista, el hecho que describe la Batalla de Chile es completamente universal, un presidente que hace una revolución por cauces pacíficos en pleno auge de la guerrilla latinoamericana, cuando el Che estaba vivo y cuando Cuba se propone como país de la guerrilla de la revolución armada, Allende hace todo lo contrario y gana. Es decir, Allende tenía claro que se podía hacer una revolución, o por lo menos cambios radicales, sin pagar el precio de una guerra civil. No le gustaba el partido único, no le gustaba la dictadura del proletariado, protestó contra la invasión de Checoslovaquia, protestó contra el aplastamiento de Hungría. Allende era un hombre de izquierdas atípico, no era dogmático y eso hace de él un personaje de futuro. Allende denuncia en las Naciones Unidas a las transnacionales que se van a apoderar del control del mundo, por encima del control político, porque ningún parlamento las encauza, eso hace de Allende y de la Unidad popular una excepción y por eso dura la película.
¿Tiene sentido hoy el cine militante, el cine reivindicativo?
Sí, claro, porque pasa lo mismo que con el cine directo que se inventó en los sesenta. El cine directo todavía está presente en el documental contemporáneo, está mejorado, no está en estado puro pero está ahí porque es consustancial al documental. Del mismo modo los grandes problemas de la humanidad y la contrainformación que configuran elementos de cine militante siguen estando en las películas de hoy porque es completamente necesario. Si hoy las televisiones anestesian a la gente con mayor razón es necesario contar qué está pasando en la franja de Gaza, por ejemplo, porque si le haces caso a lo que dice CNN, conoces el cinco por ciento de lo que allí pasa, hay que saber lo que la gente discute allí, lo que allí pasa… es necesario el documental. Es más necesario que nunca. Alguien tiene que denunciar lo que pasa. El cine militante ya no es lo que era pero sigue siendo un cine incómodo y necesario.
¿Se puede hacer hoy cine independiente, no subordinado a los criterios de mercado ni a los intereses de las distribuidoras?
Es bien difícil porque siempre se necesita algo de dinero, porque tienes que recurrir a fundaciones, a filántropos… hay canales de televisión que todavía son abiertos y eclécticos pero la tendencia general es controlarlo todo. Sobre todo los americanos o los ingleses que te dicen haz este documental, pero quieren controlarlo todo. Los franceses respetan más al autor, tienen más confianza en él que en el productor. Pero se trata de la excepción francesa.
¿Tú vives en París, verdad?
Sí, no hace mucho, sólo doce años.
Bueno eso es bastante ¿no?
Sí, bueno, puede ser.
Tu última película Nostalgia de la luz fue seleccionada en el festival de Cannes 2010 pero previamente fue rechazada por varios canales franceses. ¿De qué va la película? ¿Qué es esa luz de la que sientes nostalgia y por qué fue rechazada?
Nostalgia de la luz es una película metafórica que habla del pasado más remoto y del pasado reciente. Es una película que se interesa en demostrar que el presente no existe y que toda nuestra vida se articula alrededor del tiempo pasado. Para ello utilizo la metáfora de la astronomía, de la arqueología y de las mujeres que todavía buscan a sus desaparecidos en el desierto. El escenario es el desierto de Atacama porque todo se encuentra allí, tanto los telescopios como los arqueólogos, las momias y los restos que Pinochet enterró, hay cerca de 1.000 cuerpos que no han aparecido. En este escenario desértico instalo la película… Está teniendo una excelente acogida, salen 34 copias en Francia el día 27 de octubre. No tuve el apoyo necesario porque cuando te sales de los cauces temáticos normales siembras la desconfianza entre los jefes de unidad documental porque es más que una película, es una reflexión filosófica y metafísica. Cuando tú haces esto se ponen a temblar. Hoy lo que prima es la desconfianza, me cerraron casi todas las puertas. Afortunadamente pude acceder a una subvención de TVE en un raro gesto de generosidad, a otra pequeña subvención y dos amigos que me prestaron dinero. Yo no cobré salario, mi mujer que es la productora tampoco cobró y la productora ejecutiva chilena tampoco. Paradójicamente esta película tan rechazada fue presentada con honores en el festival de Cannes, subí la escalera con la alfombra roja y afortunadamente todo fue bien, pero uno se pregunta, ¿cómo es posible que se equivocaran tanto?
Ayer decías en la sesión del curso que el documental es lento y frágil como la vida, que por eso no se lleva bien con la televisión ni con el ritmo acelerado que imprime el mundo moderno. Sin embargo, en los últimos años, a pesar de Internet, de la Televisión, del video clip, se percibe un cierto resurgimiento del documental, no por parte de los productores o los gestores de los productos audiovisuales, pero sí en la cantidad de cineastas que optan por el documental, sobre todo el documental de autor, y por el éxito que tienen algunas obras que consiguen superar los obstáculos de la distribución gracias a los espectadores. Estoy pensando por ejemplo en La pesadilla de Darwin, Ser y Tener, La dignidad de los nadies. ¿Por qué, a pesar de todos los pronósticos, el documental sobrevive?
Hay una línea delantera compuesta por 12 ó 15 películas que han triunfado, pero la enorme mayoría de los documentales no han tenido esa suerte, de tal manera que el triunfo de Ser y Tener, que ni siquiera Nicolás lo soñó, el de la Pesadilla de Darwin, de cuyo realizador también soy amigo, más las películas de Michael Moore, las de Herzog, la película del monasterio “El gran silencio”, también tuvo una gran acogida, pero el grueso seguimos a la intemperie… Sé que esta última película va a dar que hablar, que películas como Salvador Allende, El caso Pinochet... son internacionales pero somos una minoría quienes hemos tenido ese privilegio, la mayoría sigue con bajos salarios, con pocas posibilidades de hacer documentales, por lo tanto seguimos en una precariedad general, hay que cambiarlo todo. Pero el documental no va a desaparecer. Lo que se va a acabar es la televisión, el documental no porque es necesario.
Me interesa mucho dar clases porque me gusta la difusión del documental, creo que el documental es un género muy valioso para informar, para contrainformar y para hablar de lo que el cine de ficción no habla. El documental es un derecho del ciudadano. Así como hay alumbrado público, piscinas y aparcamientos… el ciudadano tiene derecho al documental y en España por desgracia no hay mucho documental… Hoy en día con las cámaras digitales muchas personas que no tienen preparación muy profunda pueden hacer un documental muy interesante y por eso el curso está abierto a todo el mundo. Hay muchos talentos documentales que no se atreven a consolidar su vocación porque las cadenas de televisión son una barrera y muchas veces te rechazan sistemáticamente los proyectos, la gente se desanima, se aísla y no sigue adelante. Yo creo que puedes hacer un documental en tu casa, puedes tener una cámara modesta y hacer tu propio documental, por qué no. Yo creo en la autoproducción. No creo en la infalibilidad de los canales de televisión, hay gente que va de experta; hay gente competente por supuesto pero hay muchos que se equivocan y te dicen “no, esta película no la va a ver nadie, esta película no es para nosotros, se adelanta a su tiempo, está atrasada a su tiempo… tenemos diez películas de tipos que incendian la selva amazónica… y no queremos tu película”, la mayor parte de las veces se equivocan. La palabra profesional me infunde muchas sospechas en el campo artístico, aquí lo que vale es el talento, la creatividad y no la profesionalidad, la profesionalidad es obvia, si pintas tienes que aprender a pintar, si compones tienes que saber música, se puede aprender la sintaxis del cine en una año, el problema es el talento.
Dices en la introducción de tu página web que “un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotografías” ¿Cómo es el álbum de fotografías de España comparado con el resto de Europa?
España tiene un interesante y muy valioso movimiento de cine de ficción de todos los tiempos, desde los grandes clásicos con Buñuel a la cabeza hasta hoy. Creo que el cine de ficción español ha conquistado el mundo, me refiero a los técnicos, a los directores, a los actores, a los montadores… pero el cine documental no ha tenido esas figuras. Nos hubiera gustado que Buñuel hiciera diez tierras sin pan para que hubiese esa figura que nos habría ayudado mucho, que hubiese ese patriarca que los holandeses ven en Joris Ivens. No se ha desarrollado el cine documental como debería. Y todo eso a pesar de que España es un país de cine documental por naturaleza porque vive hacia fuera, las ventanas están abiertas, la gente habla, habla con gestos, proyecta la voz, habla bien... la gente tiene talento para hablar, es locuaz... el paisaje español es magnífico… Pero no está dentro de los países documentalistas.
Una de tus obras más conocidas sigue siendo La Batalla de Chile, no sólo es un documento histórico de valor incalculable para entender el Chile contemporáneo. ¿Por qué crees que sigue teniendo tanta actualidad?
Desde el punto de vista formal es una película que le da la palabra al adversario, eso es muy importante. Normalmente el cine militante o el cine de intervención –como lo llaman algunos- se preocupa sólo del punto de vista que interesa al grupo que hace la película. Pero creo que es muy importante darle la palabra al otro, al que está enfrente de ti, al que está luchando contra ti porque de esa manera puedes hacer una película con mayor poder de convicción porque tú ves delante de ti cómo era la derecha chilena y cómo era la izquierda, tú por lo tanto, en tu cabeza ves cual es el rol de cada cual. En cambio el cine militante, el cine de derechos humanos, el cine indigenista suele ser unilateral y con eso no convences a nadie. Desde el punto de vista formal es un factor que hace que la Batalla de Chile dure… Desde otro punto de vista, el hecho que describe la Batalla de Chile es completamente universal, un presidente que hace una revolución por cauces pacíficos en pleno auge de la guerrilla latinoamericana, cuando el Che estaba vivo y cuando Cuba se propone como país de la guerrilla de la revolución armada, Allende hace todo lo contrario y gana. Es decir, Allende tenía claro que se podía hacer una revolución, o por lo menos cambios radicales, sin pagar el precio de una guerra civil. No le gustaba el partido único, no le gustaba la dictadura del proletariado, protestó contra la invasión de Checoslovaquia, protestó contra el aplastamiento de Hungría. Allende era un hombre de izquierdas atípico, no era dogmático y eso hace de él un personaje de futuro. Allende denuncia en las Naciones Unidas a las transnacionales que se van a apoderar del control del mundo, por encima del control político, porque ningún parlamento las encauza, eso hace de Allende y de la Unidad popular una excepción y por eso dura la película.
¿Tiene sentido hoy el cine militante, el cine reivindicativo?
Sí, claro, porque pasa lo mismo que con el cine directo que se inventó en los sesenta. El cine directo todavía está presente en el documental contemporáneo, está mejorado, no está en estado puro pero está ahí porque es consustancial al documental. Del mismo modo los grandes problemas de la humanidad y la contrainformación que configuran elementos de cine militante siguen estando en las películas de hoy porque es completamente necesario. Si hoy las televisiones anestesian a la gente con mayor razón es necesario contar qué está pasando en la franja de Gaza, por ejemplo, porque si le haces caso a lo que dice CNN, conoces el cinco por ciento de lo que allí pasa, hay que saber lo que la gente discute allí, lo que allí pasa… es necesario el documental. Es más necesario que nunca. Alguien tiene que denunciar lo que pasa. El cine militante ya no es lo que era pero sigue siendo un cine incómodo y necesario.
¿Se puede hacer hoy cine independiente, no subordinado a los criterios de mercado ni a los intereses de las distribuidoras?
Es bien difícil porque siempre se necesita algo de dinero, porque tienes que recurrir a fundaciones, a filántropos… hay canales de televisión que todavía son abiertos y eclécticos pero la tendencia general es controlarlo todo. Sobre todo los americanos o los ingleses que te dicen haz este documental, pero quieren controlarlo todo. Los franceses respetan más al autor, tienen más confianza en él que en el productor. Pero se trata de la excepción francesa.
¿Tú vives en París, verdad?
Sí, no hace mucho, sólo doce años.
Bueno eso es bastante ¿no?
Sí, bueno, puede ser.
Tu última película Nostalgia de la luz fue seleccionada en el festival de Cannes 2010 pero previamente fue rechazada por varios canales franceses. ¿De qué va la película? ¿Qué es esa luz de la que sientes nostalgia y por qué fue rechazada?
Nostalgia de la luz es una película metafórica que habla del pasado más remoto y del pasado reciente. Es una película que se interesa en demostrar que el presente no existe y que toda nuestra vida se articula alrededor del tiempo pasado. Para ello utilizo la metáfora de la astronomía, de la arqueología y de las mujeres que todavía buscan a sus desaparecidos en el desierto. El escenario es el desierto de Atacama porque todo se encuentra allí, tanto los telescopios como los arqueólogos, las momias y los restos que Pinochet enterró, hay cerca de 1.000 cuerpos que no han aparecido. En este escenario desértico instalo la película… Está teniendo una excelente acogida, salen 34 copias en Francia el día 27 de octubre. No tuve el apoyo necesario porque cuando te sales de los cauces temáticos normales siembras la desconfianza entre los jefes de unidad documental porque es más que una película, es una reflexión filosófica y metafísica. Cuando tú haces esto se ponen a temblar. Hoy lo que prima es la desconfianza, me cerraron casi todas las puertas. Afortunadamente pude acceder a una subvención de TVE en un raro gesto de generosidad, a otra pequeña subvención y dos amigos que me prestaron dinero. Yo no cobré salario, mi mujer que es la productora tampoco cobró y la productora ejecutiva chilena tampoco. Paradójicamente esta película tan rechazada fue presentada con honores en el festival de Cannes, subí la escalera con la alfombra roja y afortunadamente todo fue bien, pero uno se pregunta, ¿cómo es posible que se equivocaran tanto?
Ayer decías en la sesión del curso que el documental es lento y frágil como la vida, que por eso no se lleva bien con la televisión ni con el ritmo acelerado que imprime el mundo moderno. Sin embargo, en los últimos años, a pesar de Internet, de la Televisión, del video clip, se percibe un cierto resurgimiento del documental, no por parte de los productores o los gestores de los productos audiovisuales, pero sí en la cantidad de cineastas que optan por el documental, sobre todo el documental de autor, y por el éxito que tienen algunas obras que consiguen superar los obstáculos de la distribución gracias a los espectadores. Estoy pensando por ejemplo en La pesadilla de Darwin, Ser y Tener, La dignidad de los nadies. ¿Por qué, a pesar de todos los pronósticos, el documental sobrevive?
Hay una línea delantera compuesta por 12 ó 15 películas que han triunfado, pero la enorme mayoría de los documentales no han tenido esa suerte, de tal manera que el triunfo de Ser y Tener, que ni siquiera Nicolás lo soñó, el de la Pesadilla de Darwin, de cuyo realizador también soy amigo, más las películas de Michael Moore, las de Herzog, la película del monasterio “El gran silencio”, también tuvo una gran acogida, pero el grueso seguimos a la intemperie… Sé que esta última película va a dar que hablar, que películas como Salvador Allende, El caso Pinochet... son internacionales pero somos una minoría quienes hemos tenido ese privilegio, la mayoría sigue con bajos salarios, con pocas posibilidades de hacer documentales, por lo tanto seguimos en una precariedad general, hay que cambiarlo todo. Pero el documental no va a desaparecer. Lo que se va a acabar es la televisión, el documental no porque es necesario.
en Rebelión, octubre 2010
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