© Versión de Juan Carlos Villavicencio
En mi angosto cuarto, donde amplia se abre mi ventana,
reinaba profunda una primaveral lascivia.
A través de las oscilantes cortinas aún no levantadas,
confusas sombras aparecen,
Mientras yo, oculta en la casa de verano, acariciaba
mi laúd de jade rosa.
A lo lejos cae un farellón de la montaña,
mientras la claridad cede ante el ocaso que comienza.
Suave el viento sopla una tenue lluvia, delicada como
la caída de una sombra.
¡Oh, flor del pimentero! No necesitas inclinarte para pedir perdón.
Sé que no puedes detener el día.
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1 comentario:
Hermosa poesía llena de magia y colores.
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