jueves, septiembre 09, 2010

"Chéjov y el cine". Entrevista a Ingmar Bergman, de Bengt Forslund






Bengt Forslund: Usted ha hecho notar con frecuencia que los cuentos de Chéjov son unos argumentos cinemato-gráficos casi perfectos. ¿Puede precisarlo un poco más?
Ingmar Bergman: Sí. Leyendo un cuento de Chéjov no hay manera de evitar el percibir lo increíblemente sugestivo que es desde el punto de vista visual. Hay una atmósfera formulada siempre con toda claridad y precisión y la caracterización de los personajes se nos ofrece en rasgos perfectamente limpios y definidos. Y en cuanto al diálogo, pues hay mucho diálogo en sus cuentos, no hay sino que mantener los lados derecho e izquierdo como en un guión. Chéjov es, en otras palabras, fácil de traducir al lenguaje cinematográfico, lo que no es muy frecuente. La razón está en el hecho de que Chéjov es un dramaturgo, piensa siempre de una manera escénica, incluso dentro de su producción novelística.

Cuando dirigió la La gaviota en el Teatro dramático, durante el mes de febrero, me enteré de que usted hizo que toda la compañía fuese a ver la película La dama del perrito (1959, Josif Heifitz). ¿Qué perseguía con ello?
Durante los ensayos se habló bastante de la sensualidad de Chéjov. No me refiero, por supuesto, a sensibilidad erótica de ninguna especie, sino a la sensualidad que abarca y afecta todos los sentidos. En La dama del perrito, precisamente, uno experimenta el olor, y la luz, y el calor, y el frío y la sugestión de los roces entre los personajes y hasta el peculiar aroma de una habitación... En realidad, no hay nada que falte en esta película. Uno vive con todos los sentidos. Chéjov ha inspirado tanto al director que éste, a su vez, ha llegado a recrear toda la atmósfera del original. Podemos convenir, por ejemplo, en que pocas películas habrá que sugieran la idea del color con tanta intensidad como ésta, a pesar de estar realizada en blanco y negro. Uno siente en color. Acuérdese del principio: los días cálidos llenos de sol y de viento, la pereza, el aburrimiento, la sorda y latente presión del otoño colgando todavía en el aire...

Pero Heifitz se ha permitido muchas libertades con respecto al original, porque en él no hay muchos de los personajes y de los detalles que aparecen en la película.
De acuerdo, sí. Pero estos personajes y esos detalles se encuentran en otras obras de Chéjov. No hay nada en la película que no sea de Chéjov, no hay nada que se cree libremente. En realidad, la película es tan enormemente fiel a Chéjov, que yo en contadas ocasiones he visto una película -apenas después de Diario de un cura de campaña, de Bresson- que fuese tan fiel al original. Y mientras la película de Bresson lo era de una forma aburrida, mal digerida, La dama del perrito lo es de una forma brillante y fiel al mismo tiempo. A pesar de que usa todo el tiempo medios convencionales de expresión con la cámara, se siente siempre nueva. Y ha logrado algo que, a mi juicio, constituye el punto máximo del arte cinematográfico, esto es, que el espectador no reflexione ni un instante sobre el hecho de que está sentado en un cine viendo una película; uno no tiene más remedio que dejarse arrastrar en una sucesión de hechos dirigidos directamente al sentimiento.

Entonces, enfrentando la nouvelle vague con películas como La dama del perrito...
No quiero enfrentar nada, pero no puedo dejar de sentir el vacío de las películas francesas. Lo esencial para mí es y seguirá siendo el tema. La temática es esencial en todo arte, y a la temática tiene que sujetarse la forma. No puede ser al contrario. No es la forma la que ha de dominar el tema, sino el tema el que ha de imponer la forma. Por eso es por lo que La dama del perrito se recibe como una bendición, como un vaso de agua fresca, después de haber estado obligados a beber mal Pernod durante mucho tiempo. Lo que yo creo es, sencillamente, que las películas francesas actúan con el envenenamiento del sensacionalismo. Y, a pesar de ello, cualquier profesional ve lo simple que son sus artimañas.

En otra palabras, lo que a usted le atrae de películas como Don Quijote (1957, Don Kishot), Pasaron las grullas (1958, Mihail Kalatozov) y La dama del perrito es la concentración en lo esencialmente humano, el tema del individuo en relación con sus semejantes.
Eso es. Cualquier película que “quiera algo” me parece mucho más significativa que esas películas que no dicen nada, que no quieren nada. ¿En qué queda su astucia formal, su futilidad temática, frente a La dama del perrito que, a pesar de utilizar medios convencionales, se siente tan brillantemente inconvencional y bienhechora? No tiene más que pensar en ese coraje de atreverse a ser lento, casi inmóvil, para poder dar después a la película esa enorme intensidad en cuanto se acelera. Y otra cosa que me maravilla es la total ausencia de sentimentalismo, tan frecuente en las representaciones de Chéjov que se hacen en el extranjero. Sentimiento hay y en gran medida, pero lo que es sentimentalismo, ni una gota. Y otro tanto habría que decir de la estupenda manera que la película tiene de equilibrar lo cómico y lo trágico, que siempre existe en Chéjov. En fin...Yo podría ver esa película miles de veces.










en Tidskriften Chaplin y Nuestro cine, 1961










2 comentarios:

Marco dijo...

¡Muy buena entrada!

Hace un tiempo me di a la tarea de elaborar un compendio de textos sobre Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni, la gran mayoría de ellos los compilé en el 2007 (año en que ambos murieron, azarosamente el mismo día).

Me he permitido incluir en el mismo un enlace a esta entrada de Descontexto, esperando no causarles ninguna molestia.

La página se puede ver aquí:

Ingmar Bergman • Michelangelo Antonioni | el silenci● y la n●che → http://bit.ly/9KJK1s

Felicidades por el blog.


NOTA: Llegué a la entrada gracias a un tuit de @patriciadamiano. Lamento no haber encontrado en el blog nada que permitiera saber si también están en Twitter. Ojalá lo consideren.

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http://twitter.com/patriciadamiano/status/23981603568

¡Saludos!

Villavicencio dijo...

Hola Marco, gracias por tus comentarios y chipe libre con enlazarnos. No estamos en Twitter. Si hubiera una manera automática de que cada vez que subamos quede registrado en Twitter, supongo que a todos nos serviría.