A un soplo del azar que perderá por mí
Yo no seré sino el hombre que azota a su querida
contra la muchedumbre
Y se halla sumergido en un tonel hasta la cintura
Allí donde los ojos lavan sus heridas
más quemantes que el arsénico
Al fondo del túnel una bóveda conduce a la playa
El amante más soberbio que el bailarín de Ballet
Aparece con un pequeño cofre y de él saca
los instrumentos necesarios
Para la tortura de las mujeres encerradas en largos espejos
Por orden de los sueños
Por orden de una palabra
De una imagen del mal la más centelleante
Esa que aparece en los periódicos a primera plana
Pequeña sorpresa de la crueldad
Del amor
A toda furia
A todo frenesí
A todo resplandor
en Poesía chilena de hoy (Erwin Díaz, ant.), 1988
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