El escritor y ex-embajador está escribiendo sus memorias -con lapicera y tinta- en un intento por demostrar que aún hay posibilidades de grandeza en un mundo dominado por el comercio y la técnica global.
Cuando se combate en una línea desesperada se entra de lleno en los dominios de la poesía, donde toda posibilidad de derrota se vuelve absurda. La poesía es un triunfo que se basta a sí mismo, como lo viene proclamando desde hace décadas Miguel Serrano Fernández, ex arquero del Barros Arana, embajador retirado y autor de una obra que reivindica todas las tradiciones, mitos y leyendas que dan sustancia a la vida del hombre.
A los 78 escribe apresurado sus memorias, no vaya a ser verdad lo que dijo Benvenuto Cellini: que pasados los 40 años, el almacenaje de recuerdos se empieza a tambalear. Y lo hace con tinta en una rebelión personal contra el avance tecnológico, ese mito de progreso que se ha vuelto un engendro terrible, que agrede sistemáticamente a la naturaleza y al arte.
Cuando se combate en una línea desesperada se entra de lleno en los dominios de la poesía, donde toda posibilidad de derrota se vuelve absurda. La poesía es un triunfo que se basta a sí mismo, como lo viene proclamando desde hace décadas Miguel Serrano Fernández, ex arquero del Barros Arana, embajador retirado y autor de una obra que reivindica todas las tradiciones, mitos y leyendas que dan sustancia a la vida del hombre.
A los 78 escribe apresurado sus memorias, no vaya a ser verdad lo que dijo Benvenuto Cellini: que pasados los 40 años, el almacenaje de recuerdos se empieza a tambalear. Y lo hace con tinta en una rebelión personal contra el avance tecnológico, ese mito de progreso que se ha vuelto un engendro terrible, que agrede sistemáticamente a la naturaleza y al arte.
Serrano se mantiene en sus viejas verdades, sobre todo aquellas que tienen un carácter sublime; aquellas que llevan a la trascendencia y a otras cosas tan complicadas como etéreas. Al mismo tiempo que jura por Dios que no morirá jamás, se dice un veterano que perdió la guerra, lleno de heridas en el corazón, lleno de heridas en el alma. Pero como antiguo trovador guerrero, sigue repleto de esperanza. Total, casi desierta está la pista para los que pretenden encarnar el sino del héroe con todo su inmenso dolor.
¿No es pura soberbia esto de escribir memorias?
Sí, tiene usted toda la razón. Pero el objetivo mío es evitar que se olviden tantas cosas que fueron, tantas personas... Y es curioso: uno siente que toda una galaxia empieza a desaparecer y que uno es casi el último de toda esa galaxia. Hoy día todo sucede tan vertiginosamente que se hace impermanente, impermanente en una zona del mundo donde todo es impermanente y en un país de terremotos donde ni las casas permanecen.
Dramático…
Sí, por eso las memorias tienen como objeto ser un hilo de continuidad que conserva una tradición que tiende a desaparecer con la velocidad de las comunicaciones y con la televisión, que es una apología de la impermanencia.
¿ A qué tradición se refiere ?
A las costumbres. A la patria. A la tradición. A la amistad, que va desapareciendo por los sistemas económicos que se han impuesto. Hay una política dirigida a hacer desaparecer las tradiciones y tenemos un gobierno representado por gente que únicamente se interesa por el dinero, que está vendiendo a pedazos un país maravilloso (caso de Tompkins, Paranal, Laguna del Desierto). Esa gente ha perdido totalmente el sentido. Por eso quiero recordar; para mantener ese hilo donde la amistad fue siempre importante. Tanto que el nazi estuvo abrazándose con Volodia Teitelboim, judío y comunista, en el entierro de Eduardo Anguita. Eso es Chile.
¿Quién se puede sustraer a la tecnología, a la impermanencia, al descrédito de las tradiciones?
Aquel que tenga pantalones y se ponga firma. Que por lo menos pueda morir peleando, si de todas maneras se va a morir.
Eso puede ser muy bonito, pero al final no sirve para nada.
Hay que protestar. Esa es la forma. Hay que seguir combatiendo como guerrilla, porque si no vamos a terminar sin gloria, sin nada. ¿Para qué vamos a seguir viviendo? No se trata de salir a la calle con una pistola, sino de vivir una vida paralela. Este es el camino de un combate eterno. Por debajo de las transnacionales, de la globalización, del comercio, están las particularidades lingüísticas, culturales, raciales. Eso es la naturaleza. La naturaleza es diferencia. No va a permitir la homogenización.
¿La esperanza está sólo en la naturaleza?
Hay también otra fuerza, anterior a la naturaleza. Es el Ideal, que le da sentido a la lucha del hombre. Puede que no gane él, pero sí el Ideal. Si se luchó hasta el final, sin importar la vida ni la muerte, ese Ideal retorna, se fortalece y vuelve. Por las juventudes yo seguiré hasta el final con mi bandera.
¿Y cómo va la guerra, don Miguel?
Siempre aparecen nuevos contingentes. De Irlanda, Australia, Nueva Zelandia, Estados Unidos, Canadá, España, Alemania, Italia. Y yo estoy en el centro de toda la cosa. Hay que mantenerse firme en los viejos sueños para que nuestro mundo no pierda la esperanza (Ezra Pound).
¿Qué tiene todo eso que ver con la literatura?
Todo esto corresponde a la cosa literaria, a una realidad mágica. La poesía puede cambiar el mundo, porque el mundo no es nada más que el reflejo de pensamientos. La música se tocaba a sí misma a través de Mozart, y lo decía Nietzche, hay que dejar que las cosas vengan a nosotros ansiosas de transformarse en símbolos.
Usted ha dicho que dentro de su obra hay libros "literarios" y libros de combate. ¿Dónde está la diferencia?
Lo que he escrito en mis libros anteriores lo he vivido. Cuando hablo de un amor aterno, es porque eso se produjo en mi vida. Los libros de combate no son más que interpretación del combate, una búsqueda de sentido para el combate. Porque cuando se lucha en una línea que podríamos llamar dramáticamente desesperada como en el caso de Hitler, eso es poesía. O digámoslo al revés: no se puede librar un combate de esa especie si acaso no se es poeta o se está inmerso en la poesía del Universo. Ahí entran también las cosas que nos enseñaron de chicos. La epopeya de Arturo Prat es poesía pura.
Asumiendo que no estuvimos ahí, ¿no cabe la posibilidad de que no haya sido una epopeya? ¡Que haya sido nada más una mala maniobra naval?
Nada se prolonga de esa manera en el inconsciente colectivo de un pueblo si no tiene un principio de verdad, en este caso de heroísmo o grandeza, que como no se puede expresar en el corto espacio de una vida, se continúa en el mito y la leyenda. No importa si Arturo Prat fue un héroe o no, pero sí que fuera capaz de dotar de vida a ese arquetipo heroico. Lo peor que se puede hacer es destruir el arquetipo, porque se destruye una grandeza. Y eso es lo que está pasando hoy día. Si se destruye no lo que es, sino lo que puede ser, se está matando al alma.
¿Qué es el arte, don Miguel?
Es inventar un nuevo paraíso y así entrar en competencia con Dios. La vida necesita algo más que la vida. Necesita una flor imaginada, más bella que las de todos los jardines porque no perece nunca; porque los hombres son capaces de dar la vida por ella. Como el amor, que es una invención. Porque se nos perdió un paraíso, tenemos la maravillosa posibilidad de inventar otro.
En toda su obra no aparecen más que un par de menciones a su familia. ¿Es que la mujer y los hijos no tienen cabida en su mundo?
Me casé en 1944 con Beatriz Rossellot y en 1945 quise ir a la guerra. Ella estaba esperando a mi primer hijo. Mi mujer me acompañó en todo... Fui de los que perdieron la guerra materialmente. Sobrevivimos gracias a los amigos. Mi mujer enfermó del pulmón... Con sangre en el corazón tuve que vender mi biblioteca... Ella tenía algo profundo, era tradicional. Pero la vida diplomática es un desastre para la familia. Uno tiene que elegir. Me quedé solo por muchos años. Dos o tres veces uno se puede casar de nuevo, pero después ya no se puede repetir...
Se distanciaron...
No... no. Yo necesitaba aportar la parte material. Ella decidió por los hijos y se quedó en Chile.
¿Qué escritores le gustan?
Más que escritores, son libros. Están los de Gustav Meyrink, Rilke, H. Rider Haggard, Hermann Hesse, William Blake. La poesía de Ezra Pound, de Virgilio, de Nietzche y del Dante.
¿Y entre los chilenos?
Pedro Prado, y poetas como Omar Cáceres, autor de sólo un libro: "La defensa del ídolo". Jorge Teillier, por supuesto; Humberto Díaz Casanueva, Eduardo Anguita. También Augusto D'Halmar. Y gente que vive poéticamente, como Santiago Elordi y Cristián Warnken.
¿Va al estadio usted?
Me gusta mucho el fútbol. Jugaba mucho. Era portero en el Barros Arana. También jugaba básquetbol, nadaba harto. Tenis también. Y me encantaba escalar solo los montes.
¿Cómo le gustaría morir?
Juro por Dios que no me voy a morir nunca... No... En serio. Me hubiera gustado morir joven, tal vez por puro egoísmo. Porque los amados de los dioses mueren jóvenes... ¿Cómo me gustaría morir...? Por mi propia voluntad... Desaparecer voluntariamente.
1 comentario:
saludos, abrazos y parabienes, a los seres de luz que van, a los que vienen, a los que permanecen...
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