Ruego a Dios que me convierta en libre de Dios.
Meister Eckhardt
V
Me demora la hebra de plata de una estola.
¿Qué química muda mi cerebro?
¿Mi cuerpo pagano quiere postrarse aquí?
¿Qué química muda mi cerebro?
¿Mi cuerpo pagano quiere postrarse aquí?
VII
Temen que tú los escandalices,
que te enamores de nosotros, pecadores, temen.
Por eso te secuestran,
por eso te manejan esposado.
Y a nosotros nos impiden acercarnos,
nos llenan de imperativos escolásticos.
Pero tú burlas sus cerrojos
y en la noche del alma
visitas nuestros cuartos desaseados.
que te enamores de nosotros, pecadores, temen.
Por eso te secuestran,
por eso te manejan esposado.
Y a nosotros nos impiden acercarnos,
nos llenan de imperativos escolásticos.
Pero tú burlas sus cerrojos
y en la noche del alma
visitas nuestros cuartos desaseados.
XIV
Hay piedras, tarros viejos, zarzamoras, bolsas plásticas.
No arcángeles.
Neuronas, cargas eléctricas, glándulas.
Nunca Afrodita o Apolo.
Y, sin embargo, no hay tampoco
piedras, tarros viejos, zarzamoras, bolsas plásticas
sino delicadas redes de ecuaciones no visibles.
Y, a pesar de que las ecuaciones no son sino ecuaciones,
es cierto, lo sé, que las series transfinitos de Georg Cantor,
como si fuesen letanías matemáticas,
van sucediéndose una a otra, una a otra, una a otra
como si fuesen antífonas del canto gregoriano,
de infinitud a infinitud en lentas ascensiones.
Y desciende un raro esplendor
de eterna, pura exactitud.
XXXVI
¿Por qué vuelven tus clavos a mis pies?
¿Por qué extiendes mis brazos de repente?
Ciego te sigo y huyo si me sigues,
y en mi espesura te disuelves.
XLIX
No podemos decir la palabra.
Por eso, todas las demás.
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