lunes, diciembre 15, 2008
“Los Pañuelos”, de Mahmud Darwish
Callas como las tumbas de los mártires.
El camino se extiende y tus manos,
recuerdo,
son dos pájaros revoloteando sobre mi corazón.
Deja el parto del rayo,
el horizonte envuelto en la negrura.
Y espera besos rojos
y un día sin alforjas.
Mientras seas para mí,
vete recordando mi muerte
y las penas del luto.
Los pañuelos, cuando dicen adiós,
son una mortaja,
y el palpitar del viento en las cenizas
se agita cuando corre sangre
al final del valle,
y llora, por una voz cualquiera, una añoranza
en la gallarda vela de Simbad.
Yo te pido que cambies el gemir del pañuelo
en flauta que convoque.
Mi alegría de encontrarte, a la vuelta,
aumentaba conforme me iba yendo.
¿Tengo acaso algo más que tus ojos?
¡No llores la promesa de una muerte
ni le pidas prestado a mis pañuelos
su canto de cariño!
Te lo ruego: ¡Envuelve las heridas de mi país con ellos!
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