después del matadero,
doblando la esquina, había
una cantina
donde me sentaba y veía caer el sol
a través de la ventana,
una ventana que daba a un sitio
lleno de hierbas altas y secas.
nunca me duchaba con los muchachos
en la fábrica
después de trabajar
así que olía a sudor y
sangre.
el olor a sudor disminuye después
de un rato
pero el olor a sangre empieza a fulminar
y ganar fuerza.
fumaba cigarrillos y tomaba cerveza
hasta que me sentía lo suficientemente bien
como para subirme al bus
con las almas de todos los animales muertos
que viajaban conmigo;
las cabezas volteaban discretamente
las mujeres se levantaban
y se alejaban de mí.
cuando bajaba del bus
sólo tenía que caminar una cuadra
y subir una escalera para llegar
a mi cuarto donde prendería la radio
y encendería un cigarro
y a nadie le importaría nada más de mí.
en Play the piano, Drunk..., 1979
2 comentarios:
Sabes Carlangas, una vez tuve muchos vecinos y había uno que trabajaba en un frigorífico.
La mayoría terminaba la jornada igual de reventados, pero éste, que todo el día vivía entre carne, huesos y sangre llegaba distinto. Ni hablaba. Y se encerraba a fumar, completamente enajenado, hasta que volvía al mundo..
Qué jéeeeevi recordarlo con tu tocayo..
Hermoso
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