martes, septiembre 23, 2008

"Descripción de un personaje de ascendencia chilena", de Charles Baudelaire

Fragmento de La Fanfarlo





Samuel Cramer, que en el pasado firmó con el nombre de Manuela de Monteverde algunas locuras románticas –en los buenos tiempos del Romanticismo-, es el producto contradictorio de un pálido alemán y de una oscura chilena. Agregue a este doble origen una educación francesa y una cultura literaria, y estará usted menos sorprendido –cuando no satisfecho y edificado- por las extrañas complicaciones de su carácter.

Samuel tiene la frente pura y noble, los ojos brillantes como gotas de café, la nariz atrevida y burlona, los labios impúdicos y sensuales, el mentón cuadrado y déspota, la cabellera pretenciosamente rafaelesca. Es a la vez un gran haragán, un ambicioso triste y un ilustre desdichado, pues en toda su vida no ha tenido sino mitades de ideas. El sol de la pereza, que resplandece sin cesar en su interior, evapora y carcome esa mitad de genio con que el cielo lo ha dotado.

Entre todos esos grandes hombres a medias que he conocido en esta terrible vida parisina, Samuel fue, más que ningún otro, el hombre de las grandes obras fallidas. Criatura enfermiza y extravagante, su poesía resplandece mucho más en su persona que en sus obras; y que, hacia la una de la mañana, entre el resplandor de un fuego de carbón encendido y el tic-tac de un reloj, se me ha aparecido siempre como el dios de la impotencia –dios moderno y hermafrodita-, impotencia tan colosal y enorme que llega a ser épica.






1847






El título de este fragmento fue dado por Jorge Teillier y Armando Roa en la antología La invención de Chile, publicada en 1994.









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