¿Por qué cree que Mafalda no ha perdido vigencia?
Ni yo mismo lo sé. Tal vez porque muchas de las cosas que ella cuestionaba todavía siguen sin resolverse, de eso no quedan dudas. Es más, a veces me sorprende cómo algunas de esas tiras dibujadas hace más de veinte años todavía pueden aplicarse a cuestiones de hoy. Sin ir más lejos, el año pasado salió en Italia un libro con las viñetas que acompañaban a las tiras de Mafalda en la revista Siete Días. Estaban separadas por temas: política, economía... Lo increíble es cómo muchas de esas historietas parecían hacer referencia directa a la campaña de Berlusconi.
Supongamos que Mafalda hubiese surgido en los '90, y no en los '60. ¿De qué hablaría hoy?
No sé, de lo mismo... del sida, las injusticias, la ecología, la manipulación genética... Es que en realidad desde que dejé de hacerla no me puse a pensar en qué diría. Cada tira de Mafalda me llevaba un día entero de trabajo, desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde. Pero de todas formas, yo creo que siempre siguen naciendo Mafaldas ¿no? Es más, las Mafaldas de hoy están mucho mejor informadas a través de los medios de comunicación que aquella Mafalda de los '60.
¿Le molesta hablar de Mafalda?
No, para nada. Muchos creen que Mafalda me persigue pero no, sólo me acompaña. En mí no se da esa fábula de los celos entre el autor y sus personajes. Además me alegra que la halaguen, porque es parte mía. La gente siempre necesita de un nombre y de un personaje con el cual identificarse; es lógico entonces que se acuerden más de Mafalda: fue el único personaje de historieta que hice. Pero los mismos temas que le preocupaban a Mafalda y que me preocupan a mí, aparecen en las páginas de humor que publico actualmente en la revista de Clarín.
¿Se puede llegar a modificar algo con el humor?
No, no lo creo. Pero ayuda. Es el pequeño granito de arena que uno puede aportar para modificar las cosas.
¿Mafalda logró cambiar algo?
Yo diría que no. La prueba está en que se sigue leyendo igual que antes. Es decir que siguen vigentes los mismos problemas, las mismas injusticias que hace veinte años.
¿Cómo tomó la decisión de abandonar a Mafalda?
Fue una cosa que me costó mucho, pero no quería que Mafalda fuera como esas historietas que la gente lee por costumbre, pero que no tienen sentido. Además, hacer una historieta no es lo mismo que hacer una página de humor. Es un trabajo más rutinario, y por lo tanto uno se siente más limitado. La historieta obliga a dibujar siempre a los mismos personajes y en la misma medida. Es como si un carpintero tuviera que hacer siempre la misma mesa, y yo también quería hacer puertas, sillas, banquitos. Una vez me preguntaron si no pensaba en resucitarla. Y resucitarla significaría que está muerta. Nadie duda que está bien viva, afortunadamente. En realidad, Mafalda fue anunciando su retiro desde las viñetas que acompañaban a la tira en Siete Días. La señal más concreta y definitiva estuvo, claro, a cargo de la chismosa Susanita: «Ustedes no digan nada que yo les dije -susurró desde un cuadrito el 18 de junio de 1973-, pero parece que por el preciso y exacto lapso de 'un tiempito' los lectores que estén hartos de nosotros van a poder gozar de nuestra grata ausencia dentro de muy poco».
en Revista Viva, sin fecha.
1 comentario:
y los hijitos cuándo?
Publicar un comentario