Una parte de los nuestros anda fuera de la patria, desparramados por el mundo. Por ahí andan; el Marcelo y la Silvia, el Hugo, el Gonzalo, Carlos, Isabel y miles de miles por todo el mundo. Exiliados, expulsados, heridos, empobrecidos, partieron con un pedacito de cordillera en los bolsillos, un poco de océano en los ojos y tanto amor y desamor en el corazón. La mayoría de ellos son chilenos y son guachacas. Como parras salvajes echaron raíces en otras tierras que lavaron sus heridas, pero siguen siendo chilenos. ¡Y de los buenos! Muchos dentro del país, piensan que afuera viven en un paraíso y que tienen acceso a bienes que aquí nunca tendrían. ¿Y eso de qué sirve? Cuando todos sabemos que ningún chileno puede organizar sus sueños sin un buen pipeño; ¿de qué sirven las primaveras que no ofrecen un vaso de chicha? Los extrañamos, porque este país que queremos construir, también es para ellos y para los suyos, para que vuelvan a juguetear con un remolino, a encumbrar un volantín, a jugar a las bolitas y a disfrutar una manzana confitada. Los añoramos y los esperamos con los vasos llenos de amistad, con los pañuelos revoloteando y con la pista despejada para bailar la cueca del reencuentro. Los esperamos para salir a bebernos las noches y parir nuevos amaneceres. Sabemos que vendrán. Por ahora un abrazo, un palmetazo en el lomo y la certeza del poeta. La vida es como un pañuelo. En alguna de sus cuatro puntas nos encontraremos.
en Confieso que he bebido, 2004
2 comentarios:
...y si no vuelvo huevas...si me acostumbre al Ron y a las mulatas...pero huachaca al fin...los quiero.
Ta poetico el men...vale!
Salud!!!! para que sobre vida.
Ahora partes tú, querido amigo, encumbrado como volantín de sueños,
un abrazo para siempre,
RM
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