Los ataques terroristas del 9-11 fueron atrocidades mayores. En escala puede que no hayan alcanzado el nivel de muchos otros, por ejemplo, y sin ir más lejos, los bombardeos de Bill Clinton en Sudán sin pretexto creíble, destruyendo sus suministros farmacéuticos y matando un número desconocido de personas (nadie lo sabe, por que los E.E.U.U. han bloqueado una investigación en la ONU y a nadie le interesa andar tras ésta). Para no hablar de casos peores, que fácilmente vienen a mi mente. Pero que este fue un crimen horrendo, no hay dudas. Las víctimas primarias, como de costumbre, fueron trabajadores: empleados de limpieza, secretarias, bomberos, etc. Esto probablemente llevará a un aplastante golpe a los Palestinos y otros pobres y oprimidos. Esto también llevará seguramente a instaurar controles más brutales de seguridad, con muchas posibles ramificaciones en minar las libertades civiles y la libertad interna.
Los eventos revelan, dramáticamente, la idiotez del proyecto de "defensa misilística". Como ha sido obvio desde un principio, y apuntado repetidamente por analistas estratégicos, si alguien quiere causar inmensos daños en los E.E.U.U., incluyendo el uso de armas de destrucción masiva, es elevadamente improbable activar un ataque misilístico, y de esta forma garantizar su inmediata destrucción. Hay innumerables modos más fáciles que son básicamente imparables. Pero los acontecimientos de hoy (9-11) serán muy probablemente, explotados para incrementar la presión para desarrollar estos sistemas y emplazarlos. La "Defensa" es una delgada cubierta para los planes de militarizar el espacio, y con buena propaganda, incluso los argumentos más débiles acarrearán algún peso entre un público atemorizado.
En resumen, el crimen es un obsequio para la derecha patriotera más dura, aquellos que esperan cualquier ocasión para usar la fuerza con tal de controlar sus dominios. Lo que da paso a las acciones conocidas de E.E.U.U., que desencadenarán posiblemente más ataques como éste, o aún peores. Las perspectivas por delante son incluso más funestas de lo que parecían ser antes de estas atrocidades.
Sobre cómo reaccionar, tenemos una opción. Podemos expresar un justificado horror; podemos buscar entender qué ha llevado al acto, lo que significa hacer un esfuerzo por entrar en las mentes de los posibles autores. Si elegimos esto último, no podemos hacer nada mejor que, pienso, escuchar las palabras de Robert Fisk, cuyo conocimiento directo y penetración en los asuntos de la región no tiene precedentes luego de varios años de una distinguida denuncia. Fisk narra "la perversidad y la pavorosa crueldad para con el pueblo oprimido y humillado”; escribe que "ésta no es la guerra de la democracia contra el terror sobre la cual el mundo se preguntará si es partidario en los días próximos. Esto es también acerca de los misiles norteamericanos, o israelíes que es lo mismo, haciendo pedazos las casas Palestinas, y de los helicópteros norteamericanos disparando misiles dentro de una ambulancia Libanesa en 1996, y de los bombardeos norteamericanos contra un pueblo llamado Qana, y acerca de una milicia Libanesa pagada y uniformada por Israel, el secuaz norteamericano en la región, irrumpiendo y violando y asesinando a su antojo a través de los campos de refugiados".
Una vez más tenemos una opción: intentamos comprender, o nos negamos a esto, contribuyendo a posibilitar mentiras aún peores que quedan por delante.
Los eventos revelan, dramáticamente, la idiotez del proyecto de "defensa misilística". Como ha sido obvio desde un principio, y apuntado repetidamente por analistas estratégicos, si alguien quiere causar inmensos daños en los E.E.U.U., incluyendo el uso de armas de destrucción masiva, es elevadamente improbable activar un ataque misilístico, y de esta forma garantizar su inmediata destrucción. Hay innumerables modos más fáciles que son básicamente imparables. Pero los acontecimientos de hoy (9-11) serán muy probablemente, explotados para incrementar la presión para desarrollar estos sistemas y emplazarlos. La "Defensa" es una delgada cubierta para los planes de militarizar el espacio, y con buena propaganda, incluso los argumentos más débiles acarrearán algún peso entre un público atemorizado.
En resumen, el crimen es un obsequio para la derecha patriotera más dura, aquellos que esperan cualquier ocasión para usar la fuerza con tal de controlar sus dominios. Lo que da paso a las acciones conocidas de E.E.U.U., que desencadenarán posiblemente más ataques como éste, o aún peores. Las perspectivas por delante son incluso más funestas de lo que parecían ser antes de estas atrocidades.
Sobre cómo reaccionar, tenemos una opción. Podemos expresar un justificado horror; podemos buscar entender qué ha llevado al acto, lo que significa hacer un esfuerzo por entrar en las mentes de los posibles autores. Si elegimos esto último, no podemos hacer nada mejor que, pienso, escuchar las palabras de Robert Fisk, cuyo conocimiento directo y penetración en los asuntos de la región no tiene precedentes luego de varios años de una distinguida denuncia. Fisk narra "la perversidad y la pavorosa crueldad para con el pueblo oprimido y humillado”; escribe que "ésta no es la guerra de la democracia contra el terror sobre la cual el mundo se preguntará si es partidario en los días próximos. Esto es también acerca de los misiles norteamericanos, o israelíes que es lo mismo, haciendo pedazos las casas Palestinas, y de los helicópteros norteamericanos disparando misiles dentro de una ambulancia Libanesa en 1996, y de los bombardeos norteamericanos contra un pueblo llamado Qana, y acerca de una milicia Libanesa pagada y uniformada por Israel, el secuaz norteamericano en la región, irrumpiendo y violando y asesinando a su antojo a través de los campos de refugiados".
Una vez más tenemos una opción: intentamos comprender, o nos negamos a esto, contribuyendo a posibilitar mentiras aún peores que quedan por delante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario