No era baldía aquella tierra.
Bastaba con mirarla, sostenidamente
durante tres o cuatro lunas
y reventaban en los tallos
las metáforas.
Apenas con poner
un gramo de roja tierra en la palma de la mano
acontecían cerezas.
Hablar en mapudungu,
murmurar apenas la lengua de la tierra
era hacer vibrar en el aire
la canción de la tierra.
Poesía hermética para el académico.
Poesía elemental para el habitante de la ruka:
como respirar de cara al puelche
o sacar peces del estero.
en Karra Maw’n, 1984
1 comentario:
Perfecta alianza entre el pensamiento salvaje americano (mapuche) y la sofisticación intelectual europea (Eliot, Mahler); entre el saber académico y la sabiduría ancestral; entre la lengua de la tribu y la lengua de los libros.
La "canción de la tierra" es aquí "no baldía". Poema con fluidez imaginativa y rítmica, síntético, belleza semántica y expresiva. Parece que no fuera Chile..¡Pero lo es!.. Se agradece.
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