Introito
Mediados del siglo XIV. Antonius Block y su escudero, tras años de Cruzadas en Tierra Santa vuelven a su Suecia natal, una tierra destrozada por la peste negra.
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Voz en off:
“Y cuando el cordero abrió el séptimo sello en el cielo se hizo un silencio que duró una media hora y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas”.
En la orilla del mar, ANTONIUS mira hacia el cielo sin mayor gesto mientras su escudero dormita. Se acerca a mar y se refresca la cara. Se arrodilla pero se arrepiente de hacerlo luego de juntar sus manos para orar. Hay un tablero de ajedrez dispuesto para jugar junto a sus cosas. Aparece un personaje cubierto por una túnica negra.
ANTONIUS: ¿Quién eres tú?
LA MUERTE: La Muerte.
A: ¿Vienes por mí?
LM: Hace tiempo que camino a tu lado.
A: Ya lo sé.
LM: ¿Estás preparado?
A: El espíritu está pronto, pero la carne es débil.
La Muerte se le abalanza lentamente.
A: Espera un momento.
LM: Es lo que todos decís. Pero yo no concedo prórrogas.
A: Tú juegas al ajedrez, ¿verdad?
LM: ¿Cómo lo sabes?
A: Lo he visto en pinturas y oído en canciones.
LM: Pues sí, realmente, soy un excelente jugador.
A: No debes de ser tan bueno como yo.
LM: ¿Para qué quieres jugar conmigo?
A: Es cosa mía.
LM: Por supuesto.
A: Juguemos a condición de que siga viviendo mientras resista. Si pierdes, me dejas vivir.
Se sientan ante el tablero y ANTONIUS toma una pieza blanca y una negra, las confunde tras de sí y empuña sus manos escondiéndolas para que LA MUERTE escoja alguna de las la pieza una mano para ver quien ocupará cuál color de piezas.
A: Las negras, para ti.
LM: Era lógico. ¿No te parece?
ANTONIUS entra a una iglesia y se queda mirando un cristo crucificado. Nota –a un costado- que hay un monje en un confesionario y se acerca a él.
ANTONIUS: Quiero confesarme y no sé qué decir. Mi corazón está vacío. El vacío es como un espejo, delante de mi rostro. Me veo a mí mismo... y, al contemplarlo, siento un profundo desprecio de mi ser. Apesadumbrado. Por mi indiferencia hacia los hombres y las cosas me he alejado de la sociedad en que viví. Ahora habito un mundo de fantasmas, prisionero de fantasías y ensueños.
EL MONJE: Y, a pesar de todo, no quieres morir.
A: Sí que quiero.
EM: Entonces, ¿a qué esperas?
A: A saber qué hay después.
EM: Buscas garantías.
A: Llámalo como quieras.
ANTONIUS se arrodilla ante el confesionario.
A: ¿Por qué la cruel imposibilidad de alcanzar a Dios con los sentidos? ¿Por qué escondernos en una oscura nebulosa de promesas que no hemos oído y milagros que no hemos visto? ... Si desconfiamos una y otra vez de nosotros mismos... ¿cómo vamos a fiarnos de los creyentes? ¿Qué va a ser de los que queremos creer y no podemos? ¿Por qué no logro matar a Dios en mí?¿Por qué sigue habitando en mi ser? ¿Por qué me acompaña humilde a pesar de mis maldiciones, que pretenden eliminarlo de mi corazón? ¿Por qué sigue siendo una realidad, que se burla de mí y de la que no me puedo liberar? ... ¿Me oyes?
EM: Te oigo.
A: Yo quiero entender, no creer. No debemos afirmar lo que no se logra demostrar. Quiero que Dios me tienda su mano, vuelva su rostro y me hable.
EM: Él no habla.
A: Clamo a él en las tinieblas y nadie contesta a mis clamores.
EM: Tal vez no haya nadie.
A: La vida perdería el sentido. Nadie puede vivir mirando a la muerte y sabiendo que camina hacia la nada.
EM: La mayoría de la gente no piensa en la muerte ni en la nada.
A: Un día, llegan al borde de la vida y deben enfrentarse a las tinieblas.
EM: Sí. Y cuando llegan...
A: Calla. Sé lo que vas a decir... Que el miedo nos hace crear una imagen salvadora... Y esa imagen es lo que llamamos Dios.
EM: Te estás preocupando.
Silencio.
A: Hoy ha venido a buscarme La Muerte, estamos jugando al ajedrez. Una prórroga que me da la oportunidad de hacer algo importante.
EM: ¿Qué piensas hacer?
A: He gastado mi vida en diversiones, viajes, charlas sin sentido. Mi vida ha sido un absurdo. Creo que me arrepiento. Fui un necio. En esta hora siento amargura por el tiempo perdido. Aunque sé que la vida de los demás corre por los mismos cauces. Por eso quiero emplear esta prórroga en una acción única... que me dé la paz.
EM: Por eso juegas al ajedrez con La Muerte.
A: Usa una táctica hábil, pero aún no he perdido piezas.
EM: ¿Supones que podrás engañar a La Muerte con tu juego?
A: Gracias a una combinación de alfiles y caballos que aún no ha descubierto. Una jugada y le quitaré la reina.
EM: Lo tendré en cuenta.
A: (Dándose cuenta de que EL MONJE es en realidad LA MUERTE) Me has traicionado. Tratas de engañarme. Pero cuando nos enfrentemos, yo encontraré una salida.
LM: Nos veremos pronto. Seguiremos jugando. (Se va.)
A: Sí, es mi mano. La puedo mover. Noto el pulso, corre la sangre. El sol sigue en lo alto, iluminándolo todo y yo... Yo, Antonius Block... juego al ajedrez con La Muerte.
1957
5 comentarios:
mmm... que aperitivo, quiero leer más!! dónde encontrar??
en la película!
Ahora vi el articulo..(a proposito de "La muerte cansada")...aveces la imagen hace que olvidemos el guion, la verdad no lo recordaba...¿viste que era cabrona la muerte?.ja, ja
no cuenten el finalllll
El final, ¡jamás!
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