viernes, agosto 03, 2007

Tres poemas de André Schmitz






ELLA VINO


Ella vino.

Él despejó el viento de sus hombros,
apartó de sus caderas
la nieve del viaje.

Le pidió que osara contarle.

Ella habló con audacia
de un jardín desierto
de tres o cuatro abedules traicionados
de un pacto con los lobos.

Él le ofreció la primera lámpara
de la noche.





NUNCA ES DEL TODO NOCHE


Nunca es del todo noche
cuando vela en un cuarto
la sangre paciente de una amante inclinada
sobre el dormitorio. O cuando en otra parte
arde en silencio una virgen presa
de su Dios. O cuando una enfermera
dotada de blancura aún se esfuerza
como puede en desviar
de la muerte al agonizante
a quien defiende como a su propio hijo.





EL TRITURADOR DE PALABRAS


El viejo triturador de palabras

y el barro que tiene sobre los párpados
y la nube que se mueve en su mirada
y el poema remendado que lleva en una mano
y la cabeza del perro que busca con la otra
y la mujer que no cesa de traerlo al mundo
y la muerte que no lo deja ni un paso

y las palabras trituradas que amarillean entre sus dientes.





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