lunes, agosto 06, 2007

«Tres cautos pensamientos y una inquieta conclusión», de Carlos Almonte





Á
lvaro de Campos escribió durante el atardecer de un borrascoso día de octubre (en el que, contraviniendo toda costumbre, había bebido una copa de cognac): Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad, destacando así la cruel posibilidad de su fisión, de su fragmento; en definitiva, de su videncia y su desastre. Rimbaud, por su parte, un ardiente día de octubre, le comentó a su yerma sombra: Yo soy otro, con intenciones claras y magnánimas, incluso filantrópicas, se diría. Céline, por último, durante una extraña e impasible noche del mes décimo de un incierto año (posterior a los anteriores, en todo caso), habló así de su destino aciago: Lo único que quiero en mi futuro es soledad.

Lo curioso es que si mezclamos el oráculo, de estas tres exactas ilusiones, obtenemos un severo resultado de alcances inmediatos, repentinos: Lo único que quiero es yo soy otro, en mi futuro estoy vencido; la verdad es soledad.






en Homenaje a Laura Santos, 2005











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