miércoles, julio 18, 2007

"Oda al ruiseñor", de John Keats









I

Mi corazón pena, y un sopor doloroso nubla
mis sentidos, como si hubiera bebido la cicuta
o vaciado hasta al fondo un opio lento
hace un minuto, y hacia el Leteo yo me hundiera;
no por envidia de tu feliz estado
sino por ser feliz en tu felicidad,
cuando tú, leve alada Dríade del bosque,
en un sector melodioso
de hayas verdes y sombras incontables
cantas del verano con garganta plena desatada.



II

¡Oh! ¡Por un trago de vino conservado
largamente en lo profundo de la tierra,
con sabor de Flora y verde campo,
de baile y canción provenzal y dorada risa!
¡Oh! Por una copa plena del tibio sur,
plena de la fiel Hipocrene pudorosa,
con breves burbujas borbotando sobre el borde,
y púrpura la boca;
que pudiera beber, y dejar el mundo sin ser visto,
y contigo perderme en el bosque opaco:



III

Perdeme lejos, disolverme y olvidar casi
lo que tú entre las hojas nunca conociste:
la fatiga, la fiebre y la ansiedad
de aquí, donde los hombres se cuentan sus lamentos,
donde el temblor agita unos tristes y últimos cabellos blancos,
donde el joven se vuelve flaco, espectral, y muere:
donde pensar es rebosar de angustias y tristezas
de párpados de plomo,
donde la belleza no puede mantener sus ojos
encendidos ni el nuevo Amor desearlos más de un día.



IV

¡Lejos, lejos! Pues volaré hasta ti,
no en el carro de Baco tirado por leopardos,
sino en las alas invisibles de la Poesía,
aunque lenta la mente se anonade y se demore:
¡Al fin contigo! Tierna es la noche
y la Reina Luna acaso está en su trono
rodeada por multitudes de hadas luminosas;
Pero aquí no hay luz,
salvo la que viene del cielo soplada por las brisas
a través de la penumbra verde y los sinuosos y húmedos caminos.



V

No distingo qué flores tengo abajo, a mis pies,
ni el perfume suave que cuelga entre las ramas,
pero en la quieta oscuridad adivino cada aroma
con que el mes propicio dota al pasto,
los matorrales, el silvestre árbol frutal;
el espino blanco y la pastoral eglantina;
las violetas breves sepultadas por las hojas;
y la primera de las hijas de Mayo,
la reciente rosa empapada de rociado vino,
refugio inquieto de las moscas en las noches de verano.



VI

En la sombra escucho; y habiendo estado largo tiempo
enamorado a medias de la relajante muerte, habiéndola
invocado con suaves nombres en versos meditados
para que elevara al aire mi aliento silencioso,
¡ahora, más que nunca, me parece próspero morir,
cesar en la medianoche sin dolor
mientras tú derramas tu alma hacia fuera
en este éxtasis!
Tu aún seguirías cantando, pero mi oreja sería inútil,
convertido yo en tierra para tu alto requiem.



VII

No naciste para la muerte, pájaro inmortal.
No hubo hambrienta generación que te aplastara;
La voz que escucho en esta noche fugitiva
fue escuchada antiguamente por emperador y campesino:
Tal vez la misma canción que se abrió paso
en el triste corazón de Ruth, cuando nostálgica
lloraba en medio del trigo extranjero;
la misma que muchas veces encantó
los mágicos postigos que se abren sobre la espuma
de mares peligrosos, en fantásticas tierras, derruidos.



VIII

¡Derruidos! ¡El término es como una campana
que tañe para alejarme de ti a mi solitario yo!
¡Adiós! La fantasía, duende engañoso, no puede
engañar tan bien como asegura su fama.
¡Adiós! ¡Adiós! Tu triste elegía se pierde
pasando los prados, sobre las aguas tranquilas,
arriba en el monte, y ahora se hunde hondo
en el espacio del próximo valle:
¿Fue una visión o fue un sueño en mi vigilia?
Acabada está esa música: ¿desperté o me he dormido?



Traducción de espectro de brocken.

2 comentarios:

Sunyata dijo...

Jiddu Krishnamurti y la Poesía.



Año 1959, Kashmir.



A principios de 1959 se decidió que Krishnaji no regresara a Ojai, sino que pasara su segundo año en la India. Había estado en el país desde el otoño de 1957 y no habría de regresar a Europa hasta la primavera de 1960. Fue el período más largo que permaneció en la India desde que dejó el país siendo un muchacho.



En las oscuras noches sin luna, solíamos salir a contemplar las estrellas y las lejanas tinieblas del espacio. El acostumbraba señalar las distintas constelaciones. Hablaba del viaje por el espacio exterior; y también del peregrinaje interno como el descubrimiento de lo infinito. Pero una mente mezquina no podía embarcarse en esta peregrinación a la eternidad.



Cada atardecer era una bendición.



En la noche, después de una temprana cena bajo la luz del petromax(1), él solía recitar poesía de Keats del Tesoro Dorado. Su favorita era la “Oda al Ruiseñor”. Por las noches hacía frío y quemábamos leña y piñas secas en la chimenea abierta. Ocasionalmente, solía cantar en sánscrito. Los sonidos de su voz profunda llenaban la estancia y resonaban a través de los arrozales, llegando hasta más allá de las nieves. El escuchar y el ver florecían en su prístina presencia.



Krishnaji me contó que en uno de sus paseos se había encontrado con un grupo de monjes caminando en presencia de las cumbres coronadas de nieve. Estaban atravesando los brillantes campos de arroz, y los altísimos picos nevados ardían con el sol poniente. En la percepción de lo inmenso estaba la esencia de la divinidad. Sin embargo, los monjes caminaban con los ojos entrecerrados y fijos en el suelo delante de sus pies, totalmente ignorantes de la gloria que los rodeaba. Por silenciosas que quedaran sus mentes -dijo Krishnaji- ése sería el silencio de lo limitado, de los espacios pequeños, y dentro de esos espacios no tenía cabida el vasto universo en expansión.



(1)Petromax: antes de que se introdujera la electricidad en la India, para producir una luz brillante se utilizaban lámparas alimentadas con kerosene, que tenían unas mechas especiales y una bomba. El petromax se usa todavía en las procesiones nocturnas de los casamientos.



Biografía de J. Krishnamurti.

Pupul Jayakar. Editorial Kier.

http://seaunaluzparaustedmismo.blogspot.com/search/label/Jiddu%20Krishnamurti%20y%20la%20Poesía.

Tute dijo...

qué gran poema! Lo leí por primera vez hace años tentado por un texto de Borges.