Fragmento
- Tiene una mente sorprendentemente retorcida -le dijo Nudger-, teniendo en cuenta que parece la prima pequeña de pueblo de la muñeca Barbie.
La sonrisa de Candy Ann creció, sorprendida y contenta. Mirándola, Nudger no pudo evitar pensar en pastos húmedos y galletas recién horneadas y campos llenos de brillantes girasoles. E incluso así, ella le provocaba un crudo deseo carnal. Era una de esas mujeres excepcionales que tienen línea directa a la líbido de los hombres. Su aspecto quizá fuera lo de menos; algo en ella emitía unas vibraciones que despertaban el deseo masculino.
- ¿Cree que soy atractiva, señor Nudger? -Lo preguntó como si realmente no conociese la respuesta.
- Sí. Y dolorosamente joven.
Por un instante, Nudger casi llegó a pensar que Curtis Colt era un hombre afortunado. Luego miró el reloj, vio que sus diez minutos casi habían pasado y se despidió. Se sentía viejo, demasiado viejo...
Si la muñeca Barbie tenía una prima pequeña, el muñeco Ken también tendría un primo en alguna parte. Y el tiempo era algo que no podía ignorarse. Que se lo dijeran a Curtis Colt.
Pintura: Roy Lichtenstein, "In the car", 1963
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