martes, junio 19, 2007

“Jack Bauer y Chloe O’Brian, la pareja heroica a velocidad de videojuego”, de Carol Paris



We need Jack to save the world. Jack needs Chloe to save himself
Bill Keveney, on “24"



Construida mediante veinticuatro episodios de una hora cada uno, desarrollando así un día entero, cada temporada de 24 se amolda perfectamente a la ecuación básica de “espacio = a velocidad x tiempo”. Robert Cochran y Joel Surnow, creadores de la serie, explotan un formato en el que el tiempo regula el funcionamiento y la estructuración del argumento.

Ante un mundo inestable, lleno de amenazas terroristas, 24 insiste en la imagen de un país, Estados Unidos, y, por extensión, el mundo, que, habiéndose construido a lo largo de los siglos, podría destruirse en un solo día. Todas las temporadas de 24 se abren con la frase de Bauer “This is the longest day of my life”, especie de invocación cercana a los ritos de iniciación. En el personaje conviven tanto elementos del héroe existencial contemporáneo como ciertas características del modelo heroico clásico que arrastra consigo un pasado conflictivo. Por otra parte, Jack, que es el hombre más buscado de América, aunque cree en los principios básicos que rigen su país, siempre acaba tomándose la ley por su cuenta, contraviniendo muchas de las órdenes que le dan los líderes de la Counter Terrorism Unit (CTU). Así, 24 enfatiza en una individualidad coherente consigo misma, en un héroe épico que acarrea con gran destreza y naturalidad el destino de toda la humanidad, asumiendo el suyo de forma innata. Esta actitud, irreal en tiempos posmodernos, se ve actualizada por la presencia de las nuevas tecnologías; ámbito en el que se inscribe Chloe O"Brian. Joel Surnow contrató a Mary Lynn Rajskub para dicho papel después de ver su excelente interpretación en “Punch-Drunk Love”. La actriz, que ya había encarnado a un personaje llamado Chloe, eso sí, muy diferente a éste, declaró, en una entrevista realizada por Chris Hicks, su sorpresa por haber sobrevivido como personaje a lo largo de tantos capítulos en una serie en la que todo funciona a velocidad relámpago y en la que todos los personajes, menos el de Jack Bauer, son prescindibles. Además, Chloe O’Brian es un personaje poco convencional para lo que representa una serie de acción. Esta analista de sistemas de la CTU que representa el cliché de la nerd informática, aporta una dosis de realismo, y algo también de cómico, que permite rebajar un poco la tensión en la que se mueve la serie. Sólo se le dio una oportunidad para demostrar sus dotes con el revólver en una escena titulada "Rambo Chloe" y que, no obstante, no tardó en ser eliminada. Parece que Chloe no acaba de funcionar como chica de acción. Han pasado ya cinco temporadas y Chloe continua siendo, junto a Bauer, uno de los personajes favoritos de la audiencia. Para focalizar la relación de ambos se ha creado un club de fans: "So, why Jack & Chloe? I see them as two people who depend on and trust each other above all else" (http://dce.pp.fi/fl/24-index.html). Porque la conexión entre ambos personajes se basa en un término, el de “trust”, fundamental en el ideario norteamericano. Compañeros de trabajo, amigos, que conformarían una pareja detectivesca clásica si no fuera porque ello se ve transgredido por la distancia: en 24 no sólo el tiempo juega un papel central, sino también el espacio: si Jack Bauer, como típico hombre de acción, como héroe homérico, se mueve mayoritariamente en espacios exteriores a los de la CTU, Chloe, como nueva Penélope, está protegida y confinada al espacio de la sede. Aunque puede acceder a cualquier punto del país, viajando a través de la información, esto supone un arma de doble filo ya que la tecnología también promueve el encerrar a los cuerpos en el espacio doméstico, perpetuando con ello el tópico de la mujer recluida. Monitores, ordenadores, diagramas, tarjetas SIM; artilugios que permiten que la pareja lleve a cabo su heroicidad, juntos y a la vez separados: por ello los celulares son imprescindibles ya que la comunicación entre ambos se da siempre por vía telefónica. Cabe añadir que entre Bauer y O’Brian se desarrollaría lo que Chris Crawford denomina -en la antología “The Videogame Theory Reader”-, la "Interactivity": esto es, un proceso cíclico en el que dos agentes simultáneamente oyen, piensan y hablan. Del mismo modo, y gracias a Chloe, el súper-agente Bauer puede ir avanzando, de pantalla en pantalla, y a una velocidad trepidante, en su misión. Chloe, además, tiene algo de demiúrgico; se convierte en lo que Crawford también ha bautizado, recientemente, como “storybuilder”; aquél que, con sus órdenes, lleva el devenir de la acción. Normalmente se define a Chloe como “a wiz” en materia de computación, término que significa “experta”, siendo también una abreviación de la palabra “mago”; y es que Chloe se erige como un oráculo que dirige el recorrido de Jack, interactúa con él dándole las coordenadas necesarias para salvar el mundo. Desdibujando la frontera entre el plano bidimensional (el de la imagen) y el tridimensional (el de la acción), 24 se amolda perfectamente a la estructura de un videojuego; y lo sobrepasa, ya que Chloe, -a diferencia de lo que ocurre en el sistema videogame en el que sólo existen 5 comandos y 19 verbos- puede hacer que Jack realice velozmente todos los movimientos posibles, asemejándose con ello al nuevo software creado también por Crawford; el Storytronic, un sistema de videojuego que almacena “interactive storytellings” mediante trabajos artísticos denominados “storyworlds”.

Aunque juega con la clásica noción de “plazo”, 24 genera la ilusión de estar ante una “interactive storytelling”, es decir, ante una narración abierta, precisamente porque dice estar pasando “ahora” y por utilizar el lenguaje del proceso; esto es, las matemáticas, al ir sumando minutos y restándolos de la hora final. En la sexta temporada intuimos que Jack Bauer deberá enfrentarse al gobierno chino; “Then day 6 began”. ¿Descansará el séptimo? Con todo, Jack es un héroe clásico dentro de un mundo tecnofílico, en el que las relaciones humanas se mueven a la velocidad de la era capitalista, donde todos los movimientos están cronometrados; 24 muestra el paso de los segundos mediante insistentes señales sonoras. Partiendo de éstas, Sean Callery creó y comercializó el tema musical “The longest day”: música techno amoldada al frenético ritmo de la serie así como a la velocidad en el que se mueven los cuerpos en las macro discotecas.

En definitiva, 24 no sólo juega con la noción de tiempo real, sino también con la angustia del paso del tiempo. Como afirma Danniel Brenner en su artículo “Marking time with 9/11”: “24 is quintaessential appointment television that lets you know if you are even a minute late; it’s also pertinent television in this new Age of Terror”.








1 comentario:

Federico Matteucci dijo...

muy original fue esa idea de hacer una serie en tiempo real....lastima la comercializacion que le dieron.....



saludossss






byebye