El dinero de los poetas yace en los supermercados.
Los sueños de los poetas están guardados en los bancos.
En el desperdicio del mundo el poema de amor se inclina hacia el suelo
como una paloma que en la plaza al atardecer busca el grano de maíz
tirado por los turistas
antes que la noche la devuelva al secreto de su cornisa.
Quiero esconderme en ti, en casa, pero ninguna llave abre mi puerta.
En la playa lacerada por los caracoles ningún viento rasga mi estandarte.
Donde estoy el sol no hiere el dorso del lagarto
ni el agua del enlosado lava la muerte.
Desciendo la escala de mármol y deposito en la caja fuerte la refulgente
joya de mi pesadilla.
Para mí solo guardaré la moneda humillada por el óxido
que el tiempo condenó a no ser pan.
1 comentario:
¡EXCELENTE!
No conocía a esta autor.
Gracias por presentármelo!
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