domingo, marzo 25, 2007

«¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», de Philip K. Dick

Fragmento



En la enorme y suntuosa habitación del hotel, Rick leía las copias al carbón con los informes acerca de los androides Roy e Irmgard Baty. Esta vez disponía de fotos telescópicas, borrosas copias 3-D en color que apenas permitían ver los detalles. La mujer parecía atractiva; Roy Baty era otra cosa. Peor.

Había sido farmacéutico en Marte, leyó. O al menos había usado esa cobertura. Probablemente era en realidad un trabajador manual, un campesino, con aspiraciones de algo mejor. ¿Sueñan los androides?, se preguntó Rick. Era evidente: por eso de vez en cuando mataban a sus amos y venían a la Tierra. A vivir una vida mejor, sin servidumbre. Como Luba Luft, a cantar Don Giovanni y Le nozze en lugar de labrar un campo árido y sembrado de rocas, en un mundo-colonia básicamente inhabitable.

El informe agregaba:
«Roy Baty tiene un aire agresivo y decidido de autoridad ersatz. Dotado de preocupaciones místicas, este androide indujo al grupo a intentar la fuga, apoyando ideológicamente su propuesta con una presuntuosa ficción acerca del carácter sagrado de la supuesta 'Vida' de los androides. Además, robó diversos psicofármacos y experimentó con ellos; fue sorprendido y argumentó que esperaba obtener en los androides una experiencia de grupo similar a la del Mercerismo que, según declaró, seguía siendo imposible para ellos».

La descripción era patética. Un androide frío, duro, aspiraba a una experiencia que le resultaba inasequible a causa de un defecto deliberadamente incluido en su diseño.

Sin embargo, Roy Baty no logró preocuparlo mucho. Según las notas de Dave, tenía cierta cualidad repulsiva. Baty había tratado de lograr la fusión. Como no pudo, organizó la matanza de varios seres humanos y la fuga a la Tierra. Y ahora, hoy mismo, había logrado como resultado que del grupo original de ocho sólo quedaran tres. Y éstos, los miembros principales del grupo ilegal, también estaban condenados. Si él fracasaba, alguien lo lograría. El tiempo y la marea, se dijo Rick. El ciclo de la vida y, al final, el último crepúsculo antes del silencio de la muerte. Un micro-universo completo.

La puerta de la habitación se abrió violentamente.



1968

















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