Hemos llegado ahora a un punto donde ya se advierte la aún no soñada desventura y todo naufraga bajo el pendón de su postrer adiós. Ella se transforma. Como estoy en su mano, dentro de su flor, al aproximarla ella a su rostro, para aspirar el perfume, me veo junto a una boca inmensa como el mundo y soy introducido en su boca y triturado por sus dientes, despedazado con deleite, con fruición, hasta que nada de mí queda, convertido ahora en una pasta fácil de digerir, comido, devorado, como una semilla de loto.
He sido asesinado por amor. Hoy era sábado.
de La serpiente del Paraíso, 1963
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