miércoles, agosto 23, 2006

“Las tres tardes de hielo”, de Miguel Serrano




H
oy es jueves. Me quedan sólo dos días. El sábado seré asesinado.

Esta tarde me siento en el cuarto de meditación, sobre una silla rústica, no en la posición de loto, sino como lo hacían los faraones egipcios y los Papas esotéricos. Miro a través de los ventanales las cimas que se tiñen de un suave rosa crepuscular, y me propongo retrotraer el tiempo a los momentos ya lejanos cuando, contemplando los ventisqueros del valle de Kulu, o Valle de los Dioses, me fue dado encontrar la llave a la que luego renuncié. No estoy seguro de volver a hallarla. Y el riesgo es grande, pues, al no encontrarla, sé que moriré.



de La serpiente del Paraíso, 1963













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