martes, agosto 25, 2015

Una entrevista y un cuestionario a la mamá de Daniel Rabinovich



Les Luthiers · In memoriam Daniel Rabinovich (1943-2015)



Mucho es lo que se ha escrito acerca de Les Luthiers. Sus obras, sus éxitos, sus ocurrencias. Y frente al desafío de presentarles a los chicos a Daniel Rabinovich, uno de los integrantes del grupo, hago una propuesta: chicos, pregúntenles a sus papás. Ellos sabrán contarles cuánto los ha hecho reír. El objetivo en este espacio es hacer pie en algunas situaciones que lo bajan del escenario y lo muestran como alguien que, en muchas cosas, se parece a nosotros. ¿Por ejemplo? Él, como la mayoría, fue al colegio. «De mi época de alumno de primaria me acuerdo que era muy buen estudiante, me encantaba leer mucho, aprender de todo. Y era bravo de carácter, líder, no pasaba inadvertido».

¿Cómo es eso de «me gustaba aprender de todo»?
Sí. En el colegio y fuera de él. Estudié violín desde los 6 años hasta los 13. Estudié guitarra…La música fue casi como el café con leche en mi casa. Mis papás eran noctámbulos, llegaba gente a la noche, hacían tango. Mi casa siempre estuvo abierta y venían muchos amigos a tocar y cantar. A mi me gustó desde que me acuerdo. Cuando tenía 6 años escuchaba a Mozart, tango, folklore. Y a los 7 empecé a estudiar danza. A los 13 entré a la Escuela Nacional de Danza Folklórica, a los 15 a trabajar en teatro y a los 17 empecé a cantar en coros.

Tu familia es un ámbito que te marcó para las artes. ¿En qué otra cosa te marcó?
Lo más importante fue la libertad de pensamiento, de búsqueda, de vocación, el ejemplo de la buena conducta. La casa abierta fue algo muy enriquecedor, había amigos, conocidos. Siempre las mesas eran multitudinarias. Y eso traté de mantenerlo con mis hijos, de día y de noche, aunque lamentablemente con las restricciones lógicas para el país que tenemos hoy.

Rescatás la libertad por sobre otras muchas cosas. ¿Hay lugar para el límite en la libertad?
Por supuesto. Las buenas costumbres, los buenos modales, la ética, son límites. Una conducta antiética se aleja de la libertad. Mis viejos son gente educada, mis hijos y yo también lo somos, y por eso hemos vivido con libertad y límites. Si un chico te dice que se quiere tirar desde el techo para probar si su cabeza resiste y vos lo dejás, ejercés mal la libertad. Le podés mostrar con un huevo que su cabeza se va a romper. Ahora, si para decirle «no», le pegás con un látigo, tampoco usás bien la libertad.

Son ya 40 años del mismo grupo, la misma gente. Se habrán peleado un montón de veces…
Nos peleamos, pero con mucha elegancia. Sin palos, sin piedras (risas). Sin groserías. Discutimos por conceptos y posiciones, pero con altura, con reglas que no se pueden pasar por alto. Y siempre terminamos con un acuerdo. El consenso es muy importante para nosotros, a tal punto que una vez que la discusión termina, las decisiones son unánimes. Les Luthiers es un quinteto de hombres que practica la democracia. Nosotros votamos, elegimos por mayoría. Y una vez hecha la elección se olvida la discusión. Se vota una cosa, se acepta esa cosa, se ejecuta esa cosa. Si decidimos ir cuatro semanas a tocar por España, el que no quería ir y votó en contra del viaje, se olvida de lo que pensaba y sentía, y vive las cosas con la misma intensidad que aquel que siempre estuvo a favor. La democracia se convierte en una muy sólida estructura que ejecuta con unanimidad.

¿Qué es el público en un espectáculo de Les Luthiers?
Nosotros pensamos el humor desde nuestro punto de vista y desde aquello que nos parece gracioso. No incluímos al público en ese pensamiento. Y el nivel del humor está marcado por nuestras inquietudes. Si pensáramos en el público, muchas veces tendríamos que bajar el listón de exigencia, y eso no nos gusta. El público forma parte del espectáculo porque lo completa. Nuestros números sin la risa, sin el aplauso, no serían los mismos.

¿Es un trabajo extra pensar el humor haciéndolo tan abarcativo? Hay que estudiar mucho…
Para eso, más que estudio se necesita experiencia. El nuestro es un grupo de gente que ha estudiado mucho y lo sigue haciendo. Somos intelectuales, todos hemos ido a la universidad, todos somos músicos de carrera. Nos hemos esforzado estudiando instrumentos, armonía, filosofía. Cuando me preguntan acerca de un mensaje para los chicos, les digo que hagan lo que les dé la gana, dentro de la libertad de las buenas maneras, pero que en lo que elijan se preparen con todo. Uno nunca sabe para qué debe prepararse, no tiene importancia. Cuando era chico estudiaba idiomas y no lo hacía para viajar a Estados Unidos o Francia. Lo hacía porque tenía ganas. Y poder comunicarme hoy con alguien que habla inglés o francés, es una inmensa satisfacción…

¿Ves desprecio hacia el estudio por el estudio en sí mismo?
Absolutamente. En ese sentido esta sociedad está enferma de idiotez. Y se menosprecian el estudio, la cultura, la formación, la preparación…

¿Preferís hacer humor o música?
Hacer música es algo maravilloso, sobre todo si es música de cámara. Cantar a voces es transformar el silencio en un sonido. Y el producto de lo que hacés le llega a otra persona de una manera distinta de la que lo imaginamos todos los que lo generamos. ¿Me explico? Uno canta de soprano, otro de barítono, uno más de bajo, el último de tenor. Cada cual se ocupa de su canción. Y el que escucha recibe algo distinto de todo eso. Creo que es el fenómeno artístico más completo. Los que estudiamos y tuvimos la fortuna de hacer música a voces o de cámara somos privilegiados. Ahora, cuando subís al escenario, actúas, la cosa sale bien, te divertís y la gente se ríe, también tenés una sensación muy placentera.


Entrevista de Alejandro Klappenbach en interCole Nº 25, octubre 2007





Cuestionario Proust


¿Cuál es para usted el colmo de la miseria?
Ya la miseria es el colmo.

¿Dónde le gustaría vivir?
Amo vivir en las ciudades que amo con quien amo.

¿Cuál es su ideal de felicidad en la tierra?
Son dos:
a) Una buena aspiradora para limpiar.
b) Pertenecer a Les Luthiers.

¿Para qué faltas tiene usted más indulgencia?
¿Quién le dijo a usted que tengo indulgencia alguna?

¿Cuáles son sus héroes de novela preferidos?
Minnie, por supuesto, y un poco menos Mickey.

¿Cuál es su personaje histórico favorito?
Son dos: Sigmund Guevara y el Che Freud.

¿Sus heroínas favoritas en la vida real?
Mis nietas Vera y Eugenia. Son increíbles.

¿Sus heroínas en la ficción?
Minnie, claro, y un poquito Barbarella.

¿Cuál es su pintor favorito?
El Pintor Esco.

¿Su músico favorito?
También son dos: Astor Guastavino y Carlos Piazzolla.

¿Qué cualidad prefiere en el hombre?
Lo importante no es la cualidad, si no la cantidad.

¿Qué cualidad prefiere en la mujer?
Lo importante es la cantidad y la calidad.

¿Su virtud preferida?
Tengo tantas...

¿Cuál es el principal rasgo de su carácter?
Me da mucha vergüenza.

¿Qué es lo que aprecia más de sus amigos?
Que acepten y toleren mi vergüenza por el principal rasgo de mi carácter, la vergüenza.

¿Qué quiere ser?
¿Qué día es hoy?... Latin lover.

¿Qué color prefiere?
Los de mi smoking de Les Luthiers.

¿Cuál es la flor que más te gusta?
Florencia.

¿Qué pájaro prefiere?
El Pajarillo verde, versión de Cecilia Todd.

¿Sus autores favoritos en prosa?
Solamente leo poesía.

¿Sus poetas favoritos?
¿Perdón?

¿Sus heroínas en la historia?
Mi madre, la primera; mi mujer la segunda; mi hija, la tercera y ahora mis nietas... Ellas me aguantan.

¿Qué nombres le gustan más?
Me gustan los nombres de pila o batería.

¿Qué detesta sobre todo?
Dejar de comer.

¿Qué personajes históricos desprecia más?
¿Tiene usted un par de días para escucharme?

¿Qué hecho militar admira más?
La Batalla de San Lorenzo.

¿Qué reforma admira más?
La última de mi casa, quedó muy bien. Lo que echo de menos es una escalera para subir al primer piso. No hay.

¿Qué don de la naturaleza querría tener?
Alas, para llegar a mi escritorio del primer piso de casa.

¿Cómo le gustaría morir?
Sano, como dice Emilio.

¿Cuál es el estado actual de su espíritu?
Uffffffffff.

¿Cuál es su lema?
«Contesta un cuestionario de Proust completo y te ganarás el cielo».





en El Clarín, 18 de enero 2008











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