martes, marzo 25, 2014

“Amuleto”, de Luz María Astudillo







03:35 a.m.

Terremoto amniótico devoró la noche.
Tan natural fue la llegada de las bestias
a cada puerta de ternura
que el laberinto
se convirtió en hogar seguro
para llorar la muerte.


07:10 a.m.

Un minuto
es todo el abandono,
la pérdida, el hambre,
la velocidad líquida
que no conoces,
un vértigo desdibujado
sobre la carne.


08:06 a.m.

En tus ojos, el mundo,
el recorrido circular
de dolor
concentrándose
en el impreciso octubre
de tus pulmones.


09:15 a.m.

Dormir es sufrir contigo,
vivirte en los sueños
con las heridas anestesiadas
por aparatos eléctricos
que respiran veloces el miedo.


11:20 a.m.

Cercenaron todos los ombligos
en una sola noche.

Sobrevolando el miedo
dejó conocer las marcas                 
de los condenados a no nacer,
la equis en el pecho
y ese diafragma
rompiendo
y rompiéndose
al cavar las tumbas prolongadas
la tierra en las uñas detestables de frío.

Suicidándose los pueblos
perpetuaban a sus hijos
y traducido el llanto
a columnas débiles sobre la espalda
se detuvo el juego de los cuchillos.

Niño, amuleto, ausencia,
vacíos los espejos
de tu mirada
no puede poblarse el mundo
sin las huellas que desatan
el misterio animal del origen

desértico el refugio tótem
de tu cuerpo,
sin peces coloridos
obligándote a respirar
lates como corazón de pájaro terrestre
clavado al barro

y tus manos
pequeñas cuencas
donde todo se pierde.



en Cajita americana, 2012









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