Extraño el
largo cuerpo intacto
de la mañana,
al entregarnos
a la levedad de
su brisa
mediterránea
como si fuera
que todo ese amor
no pudo ser,
y la quietud
de nuestras alas
del mar alrededor
y las sábanas sueltas
que nos cubren
supieran que mi corazón
era tuyo
pero no pronuncié latido alguno,
tal vez pensé
que lo que más necesitabas
era mi silencio,
¿o tal vez me equivoqué?

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