No puedo dormir. La larguísima noche
Está colmada de amargura.
Me siento a solas en mi cuarto junto
A una lámpara humeante. Me
Restriego los pesados párpados y
Paso, indolente, las páginas
De un libro. Una y otra vez recorto
El pincel y remuevo la tinta.
Pasan las horas. La luna aparece
En la ventana abierta, pálida
Y brillante como dinero recién salido
De la fábrica. Por fin me quedo
Dormido y sueño con los días pasados
Junto al río, en Tsa-feng, y
Los amigos de mi juventud en Yen
Chao. Jóvenes y felices,
Corríamos por las hermosas colinas.
Y ahora han pasado los años
Y nunca más he vuelto a visitarlos.
en Cien poemas chinos, 1966

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