lunes, noviembre 10, 2025

«Sed», de Alfredo Saldaña





Atraviesa el desierto y mientras camina transforma esa alegoría de la carencia que es la sed en cuestión disputada de sentido, avidez nunca saciada de un saber entendido como falta y no como asedio, la potencia que ha impulsado todos los viajes a lo largo de la historia, los elegidos y los impuestos, los reales y los imaginarios.

No da por hecho, es un decir, que su promesa vale lo que pesa su mala conciencia, y recuerda las paradojas que algunas metáforas —«tengo sed», «te doy mi palabra»— encierran al abrirse y desplegarse con un verbo de posesión, tener, cuando lo que está indicando no es una tenencia o una propiedad sino precisamente la privación o la poquedad de aquello que desea (agua, vino, luz, compasión, belleza, conocimiento); al reconocer, otras veces, que cuando da esa palabra, en realidad, es ella quien lo entrega dejándolo indefenso, a la deriva, desnudo y sin protección, roto como un muñeco de trapo abandonado desde hace demasiado tiempo en el rincón más apartado y polvoriento de un desván.



en Sanar la herida. Poesía 1983-2025, 2025















Contribución a DscnTxt de Julio Espinosa Guerra













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