Casi a medianoche
me siento a solas en el bosque;
caen las hojas por todas partes
rozando mi túnica desgastada.
Las sombras de la luna se mueven con lentitud;
se tensa el ritmo de los grillos.
El rocío brilla tenuemente en la superficie;
el canto de las grullas suenan en lo alto.
Las cuatro estaciones apuran la vejez;
el otoño me afecta de manera especial.
Infinitas preocupaciones
atormentan mi mente
la noche presiona mi corazón.
Así de solo,
confío
en el viento puro
que sabe lo que pienso:
sobre todo suspirar
junto al bambú en el patio,
alivia esta melancolía.
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