miércoles, abril 16, 2025

«Hablo a las paredes», de Jacques Lacan

Fragmento / Traducción de Dora Saroka

 


Este no es el fondo de las cosas. No es aquí donde expongo el fondo de las cosas. Pero, ¿dónde estoy, quién me creo que soy para hablar del fondo de las cosas? Casi creería que estoy con seres humanos, o incluso «hechos a mano».[1] Sin embargo, me dirijo a ellos de este modo. 

En el fondo, lo que me motivó fue hablar de mi seminario. Como quizás ustedes sean los mismos, hablé como si les hablara a ellos, lo que me llevó a hablar como si hablara de ustedes, y, quién sabe, eso me llevó a hablar como si les hablara a ustedes. 

No era en absoluto mi intención, porque si vine a hablar a Sainte-Anne fuue para hablar a los psiquiatras, y de manera manifiesta ustedes no son evidentemente todos psiquiatras. Pero, en fin, lo seguro es que se trata de un acto fallido. Es un acto fallido que por lo tanto en cualquier momento corre el riesgo de ser logrado, es decir que podría ocurrir que pese a todo le hable a alguien. ¿Cómo saber a quién hablo? Sobre todo porque, a fin de cuentas, ustedes cuentan en el asunto, por más que me esfuerce en hacer abstracción de cuántos son. Cuentan al menos por cuanto no estoy hablando donde contaba con hablar, puesto que contaba con hablar en el anfiteatro Magnan y estoy hablando en la capilla. 

[Ruido de petardos.] 

¡Qué lío! ¿Escucharon? 

¿Escucharon? Le hablo a la capilla. Esta es la respuesta. Hablo a la capilla, es decir, a las paredes.[2] Cada vez más logrado, el acto fallido. Ahora sé a quién le vine a hablar, a lo que siempre hablé en Sainte-Anne, a los muros. Hace una pila de años. De tanto en tanto volví con algún pequeño título de conferencia acerca de lo que enseño, y algunos otros, no les voy a hacer la lista. Siempre les hablé a los muros. 

¿Quién tiene algo que decir? 

[Alguien del público]: Deberíamos salir todos si usted quiere hablarles a los muros. 

¿Quién me habla? Ahora voy a poder comentar lo siguiente: cuando hablo a los muros se interesan algunas personas. Por esto mismo pregunté recién quién hablaba. Es cierto que en lo que se denominaba un asilo, en una época en que se era honesto, «el asilo clínico», como se decía, los muros, de todos modos, no eran cualquier cosa. 

Diré más: me parece que esta capilla es un lugar extremadamente bien hecho para que captemos de qué se trata cuando hablo de los muros. Esta especie de concesión de la laicidad a los internados, una capilla con su guarnición de capellanes, no es que sea formidable desde el punto de vista arquitectónico pero, en fin, es una capilla con la disposición que se espera de ella. Se olvida demasiado que el arquitecto, por más esfuerzo que haga para huirles, está hecho para eso, para construir muros. Y los muros, a fe mía –a partir de lo que hablaba hace un rato, tal vez el cristianismo tiende demasiado hacia el hegelianismo–, están hechos para rodear un vacío. 

¿Cómo imaginar lo que llenaba los muros del Partenón y de algunas otras bagatelas por el estilo, de las que nos quedan algunos muros derruidos? Es difícil saberlo. Lo cierto es que de eso no tenemos absolutamente ningún testimonio. Tenemos la impresión de que durante todo ese período al que designamos con el rótulo moderno de paganismo, había cosas que sucedían en diversas fiestas de las que se conservó el nombre porque había anales que fechaban las cosas así: Fue en las grandes Panateneas donde Adirnanto y Glaucón, etc., encontraron al llamado Céfalo. ¿Qué pasaba ahí? Es absolutamente increíble que no tengamos ni la menor idea. 



2011







[1] Cousehumains. Juego de palabras a partir de etres humains [seres humanos] y «coum main» [textualmente: cosido a mano], expresión de la lengua francesa que se refiere a algo hecho con habilidad y perfección. [N. de la T.] 


[2] En francés, Parler aux murs equivale a la expresión «hablar a las paredes». En adelante se conserva el término «muro» para mantener la coherencia con lo que sigue de la charla. [N. de la T.] 









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