El 25 de diciembre de 1824, un hombre preso en la cárcel de Corte fue sentenciado a la horca por los seis homicidios que se le atribuían. Antes de morir pidió al alcalde, el conde de Regla, un permiso para ver por última ocasión a su esposa. El juez, hombre cabal, consideró justa la petición del reo, por lo que la mujer fue llevada a la cárcel donde se encontraba su marido. El hombre, del que desconocemos su nombre, mantuvo una conducta ejemplar y trató a su esposa con el respeto que merecía. Sin embargo, tan pronto quedaron solos, sacó un puñal que hasta ese momento había mantenido oculto y atacó a su cónyuge, cosiéndola a puñaladas. Nadie se percató del acto hasta que fue muy tarde. El individuo fue detenido y, al preguntarle las razones que lo habían llevado a cometer acto tan atroz, el asesino dijo al juez: «Yo voy a morir y no quiero dejar a una joven bonita de quince años expuesta a que otro la goce, y para que esto no suceda determiné que me acompañara a la eternidad». En el rebozo de la mujer se contaron veinticinco estocadas o puñaladas y tres mortales que le infirió.
Estaba embarazada y con un chico apenas destetado.
en Diario Histórico de México, 25 de diciembre de 1824
No hay comentarios.:
Publicar un comentario