domingo, agosto 18, 2024

«Luces a través del Mar Muerto», de Deema Shehabi

Versión de Juan Carlos Villavicencio




¿Donde estábamos
si no en el principio?
Vagaba el viento 
sobre el agua salada,
la distancia fracturó
nuestra mirada sin pestañear,
y la luna se precipitó
en el color oscuro de las colinas
Imagínese, dije, si esas colinas
todavía fueran nuestras.
Pero ya habías contado
las mordeduras en los huesos 
de un país perdido,
abriendo la página
de cada herida para que brillen fuerte.

La calma yacía demasiado lejos
para ser recordada —
a nuestro alrededor: piedras
sobrantes, parecidas a
huertos llenos de limones
y guayabas,
relámpagos blancos de niños
vendados —
la mañana sigue temblando
en sus labios,
sus pestañas cubiertas de hierbas brillan
a través de improvisados ataúdes:
¿Por qué llevamos
a esos niños en el contorno borroso
del resplandor de la luna?
Pero al menos vivieron
y lucharon en su tierra, dije
recordando nuestro último regreso —
¿Fue el último?
Cuando mi madre amargó
los ojos del soldado
con su charla sobre la sangre
y las leyes del sarcasmo.

Luego ella relajó
su frente y dijo:
Mira bien de cerca y aún
verás el grabado de la dulce savia
que surge del amor a tu tierra.
Pero contuviste el aliento
y lo mantuviste en la boca,
mientras tus ojos ardían oscuros.
Escuchen, te dije,
este cariño no es un fracaso,
mientras que las luces a través del Mar Muerto
se desnudaron
pero no traicionaron nada.











Lights Across the Dead Sea

Where were we / if not at the beginning? / The wind ambled / off the salt water, / the distance fractured / our gaze without a blink, / and the moon rushed / into the dark rouge of the hills / Imagine, I said, if those hills / were still ours. / But you had already counted / the bone bites / of a lost country, / opened each page / of those wounds to full glow. // The calm was too far off / to be remembered— / All around us: leftover / stones, look-alike / orchards full of lemons / and guayas, / white bolts of bandaged / children— / morning still trembling / on their lips, / their grassy lashes glaring / across makeshift coffins: / why do we carry / those children in the blur / of the moon's afterglow? / But at least they lived / and fought on their land, I said / recalling our last return— / was it the last? / when my mother soured / the soldier's eyes / with her talk of blood / and the laws of its searing. // Then she loosened / her forehead and said: / Look closely and you will still / see the etch of sweet sap / that comes from loving your land. / But you crimped your breath / and held it in your mouth, / your eyes embering darkly. / Listen, I told you, / this affection is not a failure, / while the lights across the Dead Sea / unsheathed / but betrayed nothing.















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