jueves, julio 04, 2024

«Podrías llamarte Antígona», de Gabriela Ynclán

Fragmento inicial




Lugar: El fondo de la mina. La oficina del tirano

En la escena dos niveles, una rampa que baja.

En la parte de arriba sucederá la acción de los vivos en el segundo nivel los mineros muertos. Ellos aparecen como espectro, ropa desgarrada y quemada.


Primera escena: Los mineros, Analía y Jimena

Minero 1: La luz y el sol relucen afuera, y nosotros aquí.

Minero 2: Bajo esta noche que de piedra hace estrellas. Sin ojos, sin voz entre los muertos. Muertos y sin morir del todo.

Minero 3: Quién pudiera mirar de nuevo algún humano, alguien con vida, respirar ese aire que se torna esperanza y aquí, en este encierro, sólo es carbón. (Pausa) Recuerdos de lo que fuimos, lo que no somos, lo que no seremos.

Minero 4: Vivimos y morimos aspirando estos gases, la vida se nos fue día a día bajo la noche que de piedra hace lunas. (Pausa) No volveremos nunca a mirar a los nuestros.

Minero 5: Tampoco podremos descansar, caminar tranquilos tras la temible muerte que quisiera llevarnos y pasea por la mina sin entender, muy bien, por qué estamos aquí, por qué de pie nos encontramos si es que muertos vivimos.

Minero 1: Yo tenía una esposa, unos hijos, una casa pequeña ¿Qué será de mi gente si no encuentra mi cuerpo?

Minero 2: Un cadáver no es nada si no tiene una lápida, un nombre sobre ella, una oración, una caja pequeña en que llore la hermana o la novia o la madre.

Todos: ¡Silencio, alguien viene!

Minero 3: Puedo escuchar sus pasos. (Pausa) Es una joven. (Pausa) Es la hermana de alguno.

Minero 1: ¿Ha bajado a la mina?

Minero 4: No, permanece en la entrada.

Minero 3: ¿Llora?

Todos 5: No, parece que reclama, que no suplica, exige. (Pausa) Ya está aquí. Se detiene.

(Entra Analía por el nivel de arriba, tras ella Jimena)

Analía: Varios son, como yo, los que piensan que se puede rehabilitar el tiro de carbón y volver a la búsqueda de los cuerpos, (Pausa) Que los restos se encuentran en…

Jimena: ¿Quién dijo eso, Analía? Hermana de firme corazón y cabeza de loca. ¿Quién en verdad lo sabe? ¿Los restos… que serán para hoy? ¿Lo imaginas siquiera? Jamás encontraremos eso que fue un hermano. ¿Y para qué quererlo así?

Analía: Lo quiero así, o como sea. Lo quiero aquí, arriba, no debajo del monstruo que escupe gases. (Transición) Lo quiero bajo un árbol que de sombra a sus restos, bajo la tierra blanda que remoja la lluvia y que el sol endurece. (Transición) Las viudas que bajaron hace ya casi un año ¿Las recuerdas, Jimena? Piensan, que contrario a lo dicho, existen condiciones para seguir buscando. (Transición) Lo quiero para tenerlo, llorarlo como se llora a ese que siempre estuvo ahí, como padre y amigo, como un todo al que admiras desde niña, del que dependes pero que cada día te enseña a ser más fuerte.

Jimena: También era mi hermano y también lo quería, pero no pienso igual, creo que hay que llorarlo si es que no lo tenemos y olvidarnos de todo esto. ¡Que nada ganamos con este absurdo y necio recatar a los muertos! Si es que muertos existen allá abajo. ¿No entiendes? ¡Bajar ahí, es pisar el infierno!

Analía: El infierno está aquí: en tu alma, en la mía, en esta espera angustia, en la tristeza olvido de los seres ansiados. Si el infierno es lo que abajo se encuentra, voy a emprender el viaje, no seré la primera que visita el lugar de los muertos estando viva y que regresa luego. ¿No sé si tú me entiendes, Jimena? (Pausa) No es necedad ni orgullo. Siento una voz interna: ¡Algo debo de hacer! No puedo dejarlo ahí, sin sepultura alguna.



2009









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