Palestina nunca existió (¡y nunca existirá!)
— Cartel de un colono de Hebrón
Entonces tú y yo, Lisa, somos hologramas
— Nevart Kankashian
En el universo de nuestro despojo, nos dispersamos:
hologramas relucientes, fantasmas dispersos
hacia la luz, descartados como espejismos por los creadores de imágenes —
aunque en el universo de nuestro vida, vivos en nuestra carne,
despertamos palestinos, respiramos palestinos, dormimos
y soñamos palestinos, tocamos palestinos en la frente
de nuestros hijos, morimos palestinos. Debajo de la lápida de mi padre,
en los lejanos Estados Unidos, ahí en el exilio yacen sus huesos, a años luz
de su hogar.
Pero su tumba sólo guarda un eco. Su espíritu, esa nebulosa
de nostalgia, se ha liberado del suelo que lo encerró,
ha viajado hasta su fuente, alma astillada bebiendo profundamente.
Un día los rayos láser de la negación fallarán. Hasta entonces
merodeamos, hologramas de la historia: conjurados, conjurando.
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