miércoles, mayo 31, 2023

“Sueño de Platón [1]”, de Voltaire





Platón soñaba mucho y no se ha soñado menos después [2]. Había soñado que la naturaleza humana era en otro tiempo doble, y que en castigo a sus culpas fue dividida en macho y hembra. Había demostrado que solo puede haber cinco mundos perfectos, porque solo hay cinco cuerpos regulares en matemáticas. Su República fue uno de sus grandes sueños. También había soñado que el dormir nace de la vigilia, y la vigilia del dormir, y que a buen seguro se pierde la vista contemplando un eclipse salvo desde un estanque de agua [3]. En esa época los sueños daban una gran reputación. 

He aquí uno de sus sueños, que no es uno de los menos interesantes. Le pareció que el gran Demiurgo, el eterno geómetra, tras poblar el espacio infinito con innumerables globos, quiso probar la ciencia de los genios que habían sido testigos de sus obras. Dio a cada uno de ellos un trocito de materia para que la dispusiesen, poco más o menos como Fidias y Zeuxis habrían dado a sus discípulos estatuas y cuadros para trabajar en ellos, si es que pueden compararse las cosas pequeñas con las grandes [4].

 

A Demogorgón le correspondió en el reparto el trozo de barro que se denomina «la Tierra»; y, tras haberlo dispuesto de la forma en que hoy vemos, pretendía haber hecho una obra maestra. Pensaba que había domeñado la envidia, y esperaba elogios incluso de sus colegas; quedó muy sorprendido cuando lo recibieron con abucheos.


Uno de ellos, muy aficionado a las bromas pesadas, le dijo: «En verdad que habéis trabajado bien; habéis separado vuestro mundo en dos, y habéis puesto un gran espacio de agua entre los dos hemisferios, a fin de que no hubiera comunicación de uno a otro. Se helarán de frío en vuestros dos polos, y se morirán de calor en vuestra línea equinoccial. Habéis creado con mucho tino grandes desiertos de arena, para que los viajeros se mueran en ellos de hambre y de sed. Me satisfacen bastante vuestros corderos, vuestras vacas y vuestras gallinas; pero, francamente, no estoy tan satisfecho con vuestras serpientes y vuestras arañas. Vuestras cebollas y vuestras alcachofas son cosas bonísimas; mas no veo adónde queríais ir a parar cubriendo la Tierra con tantas plantas venenosas, a menos que hayáis tenido el propósito de envenenar a sus habitantes. Me parece, además, que habéis formado una treintena de especies de monos, muchas más especies de perros, y solo cuatro o cinco especies de hombres: cierto que habéis dado a este último animal eso que vos llamáis “la Razón”; pero, en conciencia, esa razón es demasiado ridícula, y se acerca demasiado a la locura. Me parece además que no hacéis gran caso de ese animal bípedo [5], pues le habéis dado tantos enemigos y tan poca defensa; tantas enfermedades y tan pocos remedios; tantas pasiones y tan poca prudencia. En apariencia, no queréis que haya muchos animales de esos en la Tierra: porque, sin contar los peligros a que los exponéis, habéis hecho tan bien la cuenta que, un día, la viruela se llevará todos los años regularmente la décima parte de esa especie, y la hermana de esa viruela [6] envenenará la fuente de la vida en las nueve partes restantes; y, por si no fuera suficiente, habéis dispuesto las cosas de tal modo que la mitad de los supervivientes se dedicará a pleitear, y la otra mitad a matarse; ellos, sin duda, os quedarán muy agradecidos, y vos habréis hecho una obra maestra».

 

Demogorgón se puso colorado; se daba perfecta cuenta de que en su asunto había mal moral y mal físico; pero sostenía que había mucho más bien que mal. «Criticar es muy fácil, dijo; pero ¿creéis que es fácil hacer un animal que siempre sea razonable, que sea libre y que nunca abuse de su libertad? ¿Creéis que, cuando uno tiene nueve o diez mil plantas para que echen renuevos, resulta fácil impedir que algunas de esas plantas no tengan cualidades nocivas? ¿Imagináis que, con cierta cantidad de agua, de arena, de fango y de fuego, se puede tener mar y desierto? Acaba usted, señor burlón, de disponer el planeta de Marte; ahora veremos cómo os las habéis arreglado con vuestras dos grandes franjas, y qué hermoso efecto será el de vuestras noches sin luna; ahora veremos si no hay en vuestras gentes ni locura ni enfermedad [7]».

 

En efecto, los genios examinaron Marte y arremetieron duramente contra el burlón. Tampoco fue tratado con indulgencia el grave genio que había amasado Saturno; sus colegas, los fabricantes de Júpiter, de Mercurio y de Venus, también hubieron de soportar reproches.

 

Se escribieron gruesos volúmenes y folletos; se dijeron frases ingeniosas; se hicieron canciones; se cometieron ridiculeces; las opiniones se agriaron; por fin el eterno Demiurgo impuso silencio a todos: «Habéis hecho cosas buenas y cosas malas, les dijo, porque tenéis mucha inteligencia y porque sois imperfectos; vuestras obras solo durarán varios centenares de millones de años; luego, como estaréis más instruidos, lo haréis mejor: solo yo puedo hacer cosas perfectas e inmortales».

 

Esto es lo que Platón enseñaba a sus discípulos. Cuando hubo terminado de hablar, uno de ellos le dijo: «Y luego os despertasteis».

 

 

 

Notas

[1] Sueño de Platón / Songe de Platon. Publicado en 1756 antes de formar parte de los tomos de Romans de la edición de Kehl, el apólogo, más que cuento, Sueño de Platón, fue escrito en el período de Cirey, entre 1737-1738; junto a Mme. de Châtelet, Voltaire ha ido abriéndose a la ciencia gracias a sus contactos con Inglaterra y ampliando, si no reorientando, su mundo intelectual. Newton y Locke se convierten en guías de su reflexión, y el experimentalismo del primero es el arma de conocimiento que emplea. Sueño de Platón se inscribe en la lectura que Voltaire hace del filósofo griego esos años, mientras toma notas científicas para preparar los Elementos de la filosofía de Newton y prepara la publicación de El siglo de Luis XIV(1739). Son los absurdos, las tonterías de Platón lo que va anotando, ideas que incluso pueden llamarse rêveries, es decir, ensoñaciones, fantasías, sueños extravagantes. La metafísica platónica enfrentada al experimentalismo no podía por menos de mostrar «absurdos».

[2] Voltaire juega con el doble sentido del término rêver, que en la época va perdiendo su sentido de «aplicar seriamente la mente a razonar sobre alguna cosa, a encontrar algún medio, alguna invención; razonar». (Furetière).

[3] De su lectura del Fedón y del Timeo, Voltaire fue anotando estos absurdos en sus Carnets. Si los dos últimos pertenecen al Fedón (77 c, 99 c), el primero procede, aunque en transcripción no demasiado exacta, del Timeo (55 d), en cuya idea de un Dios eterno apoyado en diosecillos de segundo orden se basa para abordar el problema del mal físico y del mal moral del hombre en las circunstancias del planeta Tierra, cuerpo espacial bastante ridículo donde solo la presunción del hombre está a la altura de su desorden y de sus calamidades.

[4] Si parva licet componere magnis (Virgilio, Geórgicas, IV, 176).

[5] La definición del hombre como «animal sin alas, bípedo de uñas planas» pertenecía a la obra Definiciones (415 a), que en la época se atribuía falsamente a Platón.

[6] El texto francés juega con el término vérole, que significa «sífilis», y con petite vérole, que denomina a la «viruela».

[7] Voltaire mezcla mitos platónicos con el experimentalismo de las ideas de Newton, que había permitido el desarrollo de los trabajos de Kepler sobre el espacio, el cielo y los movimientos de los planetas. Marte no posee «dos grandes franjas», sino dos satélites muy pequeños.

 

 

 

en Cuentos completos en prosa y verso, 2015





















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