lunes, agosto 08, 2022

“La otra”, de Gabriela Mistral





Una en mí maté:

yo no la amaba.

Era la flor llameando

del cactus de montaña;

era aridez y fuego;

nunca se refrescaba.

Piedra y cielo tenía

a pies y a espaldas

y no bajaba nunca

a buscar «ojos de agua».

Donde hacía su siesta,

las hierbas se enroscaban

de aliento de su boca

y brasa de su cara.

En rápidas resinas

se endurecía su habla,

por no caer en linda

presa soltada.

Doblarse no sabía

la planta de montaña,

y al costado de ella,

yo me doblaba.

La dejé que muriese,

robándole mi entraña.

Se acabó como el águila

que no es alimentada.

Sosegó el aletazo,

se dobló, lacia,

y me cayó a la mano

su pavesa acabada.

Por ella todavía

me gimen sus hermanas,

y las gredas de fuego

al pasar me desgarran.

Cruzando yo les digo:

–Buscad por las quebradas

y haced con las arcillas

otra águila abrasada.

Si no podéis, entonces

¡ay! olvidadla.

¡Yo la maté. Vosotras

también matadla!




en Las renegadas (Antología), 2014

























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