jueves, octubre 14, 2021

«La historia no era así», de Hugo Forno

Dos fragmentos




Partamos por cosas imprecisas: Estoy en Roma. Estoy en Quilpué. Estoy en Santiago.

Estoy en el centro o lo que pareciera ser el centro de un triángulo adherido a la memoria. Un mapa hecho a la rápida en una hoja cuadriculada donde hechos, fechas y personajes saltan de un lado a otro sin una lógica predecible. Me tomo un café americano en vía Margutta, leo el titular del diario La Estrella en el centro de Quilpué, espero mi pedido en un local de pollo asados en Irarrázaval con Román Díaz.

El asunto es este:

Pretendo contar la historia de Ugo Forno. Pero también la historia de Hugo Forno padre y si sobra tiempo algo de la mía: Hugo Forno hijo. Una santísima trinidad alrededor del nombre Hugo. Hay un padre. Hay un hijo. Podría apostar que el otro, el Ugo sin H, se comporta como el espíritu santo. Puede ser, por qué no.


*       *       *


Abro los ojos. Miro los cerros amarillos tras la ventanilla del bus. Parecen dinosaurios moribundos. Todo se está secando. Pienso que al final nosotros también estamos condenados a secarnos. Todos. Como cada uno de los treinta y seis pasajeros del bus que me acompañan. Como yo que comienzo a sentir los primeros síntomas a mis cuarenta y ocho años. Me veo como un viejo árbol que lucha derrotado esperando unas gotas de agua. El agua no llega y sé que nunca llegará. Pero aún así espero. Soy un tronco viejo, agonizante, esperando sin chistar que me llegue la hora. 




 2020























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