jueves, octubre 28, 2021

«Antígona», de Slavoj Žižek

Traducción de Francisco López Martín / Inicio





CORIFEO

Solitaria, una roca se alza entre la hierba.
Pero cuando las manos de un hombre la levantan,
insectos, cucarachas, el rumor repulsivo
de la vida se ofrece a la humana mirada.
Ni los dioses consiguen refrenar ese caos,
naturaleza última de nuestra realidad.
Ciertos hombres heroicos tratan de introducir
un poco de armonía, mas yerran sin remedio,
y sus actos errados alteran más a fondo
el orden que se extiende por todo el universo.
Trozos desperdigados de una vasija rota:
eso es la vida humana. Parece que los dioses
se diviertan jugando con sus dados: nosotros.
Al contar el relato de la vida de un hombre,
vemos que en muchos puntos podía haber tomado
un camino distinto. Fuera de nuestro alcance
está unir los fragmentos, restaurar la vasija;
sin embargo, podemos relatar esa vida
de modo que en el punto crucial, cuando los dioses
sus dados desde el cielo lanzan, nuestro relato
consigne los diversos frutos de la jugada.
De este modo obtenemos una serie de historias
que corren paralelas, una encima de otra,
y aunque así no logramos un conjunto armonioso,
observan nuestros ojos una imagen completa.
Vemos que nuestro héroe podría haber gozado
de una vida más plena, pero también, a veces,
cómo lo que parece un sino infortunado
podría haber tenido un peor desenlace.
Pertenece Antígona a esta clase de héroes.



2016

















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