lunes, abril 19, 2021

«Ardió», de Rodrigo Zuñiga

Fragmento




1


Por todo Santiago la humareda.
Esto parece un vaticinio.
Te lo advierto, 
hijo,
nadie quiere saber:
ardió, 
lo que haya sido
ardió
por horas
y horas.
En las afueras.
Con ojos musgos
y el pecho quebrado.
Nada dice el extra
de último minuto.
Ahora el olor rehúsa
pero ya recordarás
de qué estabas hecho,
por qué.


Nadie quiere saber,
nadie quiere
realmente
saber
(bastaría con mirar el cielo).
Los niños siguen en el agua.
Las toallas están tendidas.
Los vecinos, en sus 
balcones.
Los objetos, absortos.


A lo lejos,
camino a Peñalolén,
los autos van despidiéndose
como atraídos por el
fuego.
Fuera de cámara
una prolongada 
nubosidad
exige su parte: 
algo huele
por aquí,
sigue cuesta
arriba.
A cerrar ventanas.
Estamos rodeados.


Te lo advierto,
hijo,
algo sigue quemando,
ahora mismo
ventea la pudrición.
¿Vamos a la playa? La bomba estalló.*
La nube está pastando
cerca.
Ahora escribo dándole la espalda.



2


Los gnomos hacen nevar,
asegura la publicidad
navideña
de la multitienda.
En Santiago,
en cambio,
volverán
hoy mismo
los treinta y siete 
grados Celsius
de hace unos días.
Es el ardor,
hijo.
El pavimento
soporta a
duras penas
los
estupores de las tardes
y esas bocanadas de ramas secas
con sus legajos anónimos
de tantos incendios forestales
oliendo a 
fiebre alta
interminable.


Te lo advierto, 
hijo,
nadie quiere saber:
los gnomos,
sonrientes especies foráneas
vinieron a dar 
inexplicablemente
entre los estertores
matutinos
de Avenida Grecia.
Por lo menos 
abren sus brazos para los vecinos
con la mejor de las voluntades
desde lo alto de su aviso
publicitario
de diez por doce:
buenos días,
me dicen al
entrar
al supermercado,
la nieve promete una 
extraña apariencia
para hoy.


En la lengua de los gnomos
custodios de tesoros 
subterráneos
(sabios alquimistas
de los bosques)
la navidad será apenas
una palabra misteriosa
con acento chileno
y al igual que el milagro económico
del país de Nunca Jamás


los copos de calor
caerán hacia arriba
por encima de los pinos
más altos
del vecindario.



en Mazinger y otros poemas, Filacteria, 2020








* Righeira, 1983.














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