Versión de Juan Carlos Villavicencio

La niebla de la mañana y las nubes que se asoman se extienden
para unirse al cielo,
La Vía Láctea se desvanece, mil velas bailan en lo alto.
Parece como si mi alma volara a la morada de Dios,
Y a mí
se me pregunta amablemente adónde voy. Respondo:
«¡Qué pena, el camino es largo! El sol desciende.
En vano soy famosa por algún verso poético inteligente.
El Peng se eleva hasta noventa y nueve mil millas.
¡Oh viento mío!
¡No te detengas, y lleva mi barco a esas tres islas divinas!»
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