jueves, enero 23, 2020

“Críticas de la vida política”, de Armado Uribe Arce



Armando Uribe Arce (28 de octubre de 1933 – 23 de enero de 2020)


      1
Henos aquí, en la ratonera
del país que es un gato arestiniento
a la espera de vernos
acercarnos al queso y roerle la cáscara
para el zarpazo darnos en el cuello
y en seguida comernos, y al osario.


      2
Estamos no pertenecemos
al país donde estamos ¡esta no es Norteamérica!
y sin embargo hay edificios de Wall Street
(se pronuncia güólstrit), este es el caso:
se produjo la quiebra de todo, el golpe universal
de Estado, estamos entre los escombros
que quedaron, las féminas con cintas de colores
se pasean con tacos aguja, sus abuelas con palillos
tejen cartílagos y sus amantes de camisa con rayas
ya no usan pantalones y lucen espinillas atractivas
y los sexos se creen carismáticos.


      3
La dictadura
no fue un error, tiene apellidos,
como colas de rata o lagartija,
y su elenco de honor para asesinos
los regocija todavía, y dura
indefinidamente; no fue un malentendido
sino la voluntad de pasar una lija
de hierro por encima de los niños.


      4
El siniestro, el grotesco, el que conjuga
palabras al revés, y convierte a los hombres
en mujercitas asustadas de las sombras
de la noche, en siluetas recortadas
con tijeras negruzcas homicidas,
y las mujeres en mujer con barba,
ése no muere. Mueren los poetas, los artistas
y los adolescentes inocentes. Posan
para su pésima posteridad los torpes
ridículos y sórdidos malvados con su murga.


      5
Pellejos de testículo en la cara
cayendo en pliegues de mejillas
tiemblan mientras conversa el benemérito
con el agente al que le sobran
nalgas floridas de entre los cachetes
de su borroso rostro de rastrero.


      6
Ganaron los pederastas, dirigidos
por el tirano, y los homosexuales
se retiraron a sus retretes
derrotados, donde plegaron sus pañuelos
de narices, se soplaron los mocos,
bebieron sus orinas, los orines
en placas les cubrieron de la nuca a las nalgas,
y los grandes pederastas se cerraron el marrueco.


      7
Viejas atrocidades: novedosas
ex abominaciones: las componen:
latigazos del muslo al coxis: bandas
de acero al rojo blanco en los tobillos:
tatuajes de ideogramas en los senos:
sean de hombre o mujer: así se hicieron
las fortunas que hoy sirven a los hijos
de los torturadores y a las santas
madres para las lápidas que ponen
sobre sus tumbas repletas de rosas.


      8
Los políticos gesticulaciones
y taparse los ojos con las manos
torcer la boca en rictus o en sonrisa
y con los dedos de los pies poruña.
Dar de codazos y sus corpulencias
aplastar a los moros y cristianos
hermanos suyos y elevarse encima
de todos presidente papa jibia.


      9
Cuando se bota la ceniza
del cigarrillo si se mira
la brasa brota un monstruo
de fuego transitorio
pero feroz que quema
los ojos la garganta
las alfombras la casa
y el bosque y la pradera.


      10
La alcahueta política le saca punta al lápiz
jurídico, se lava los dientes y las uñas se escarba
y toda se adonosa, con enaguas
de encajes en el rodeo de abajo y en el margen
del escote. Toma su cartapacio con escritos
en defensa del monstruo psicópata político
y asiste a las sesiones de la Cámara.
Pasa tarjeta donde dice: Madama P., su casa.


      11
A los que se declaran católicos cristianos,
se hacen capillas en sus casas,
a ustedes los muy vanos,
que tienen experiencias místicas pero públicas,
nosotros les decimos, los pobres que retrucan
en el silencio: espérense no más
algunos años y verán, verán.


      12
Es un pañuelo de narices
mal doblado y arrúgase y aríscase
como las vísceras las víscidas
barbadas de los interiores
una modesta prótesis del hombre
arréase al bolsillo, están vencidas
sus tropas y lo reconocen.


      13
Pasa una infinidad de tiempo en las escuadras
proletarias y un día, viejo gastado, se percata
que siempre fue un burgués pequeño y dócil,
se afeita como todas las mañanas
con máquina gillete mellada y en el cutis
se hace una infinidad de cortes y no estanca
la sangre, y se da cuenta de que todo fue un equívoco.


      14
Tenía treinta y nueve
y se acabó mi vida.
Resucitado hacia clases
de lo que no sabía.
En país extranjero Extranjerías
visitaba, y compases
parecían las calles por las que uno se mueve
después de muerto, lejos, calles desconocidas.


      15
La mujer puerperal y el niño apenas
niño: ella se reclina y él se deja
acariciar sin saber quién es quiénes;
se oyen unos gruñidos: son las flemas
que lo dominan ya; su vida entera
recordará sin saberlo los tales parabienes.


      16
Los inmundos se ufanan
se refocilan los carnales
psíquicos, se abutagan,
se dicen que no hay Dios, que toda carne
es mortal y que muera el inocente
(pero ellos están vivos y envejecen
cortando flores y mandando
matar o con sus manos
limpiándose o rezando) a un dios de pana.


      17
Dicen los necios en su corazón
«no hay Dios», y es un descubrimiento
que en sí los regocija en el secreto
del corazón. Piensan los necios
-si tienen pensamiento- que no hay Dios
y se frotan las manos de contento.



en Las críticas de Chile, 1999 











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