A maldecir el pueblo en un jumento
Parte Balan, Profeta acelerado,
Que á maldecir qualquiera vá alentado:
Tal es el natural nuestro violento.
Dios, que mira del pueblo el detrimento,
Rey en guardar su pueblo desvelado,
Clemente opone á su camino armado,
De su milicia expléndido portento.
Obedece el jumento, no el Profeta;
Y quando mereció premio y regalo,
Mas obstinado á caminar le aprieta.
Teme la asnilla al Ángel: sufre el palo;
Y halló el Cielo obediencia mas perfecta
En mala bestia que en Ministro malo.
en Las tres últimas musas castellanas, 1670
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