Y volvemos de nuevo al cuento
del bandido bueno y el bandido malo,
a la fábula del lobo generoso
que ignora su genuina condición.
Insistes en remar sobre el desierto
a contrapelo de la tormenta de arena.
Disertas tu verdad como un conferencista
diletante y solemne,
explicando las instrucciones del manual
que aprendiste durante tu estadía en este planeta
y eres un astronauta con buitres en los hombros
que aluniza entre los cadáveres.
No faltará el infeliz que te otorgue una medalla al valor
antes de pasar a la página siguiente del periódico.
en Rémoras en tinta, 2014
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